Agosto todavía promete no acabarse nunca y el lector, ayudado por la grisalla pertinaz del Norte, ya ha dado cuenta de los dos volúmenes más llamativos de su equipaje estival. Desde la mesita, una docena de lomos aplazados intentan captar su atención. Sin éxito. Un título también se gasta de mirarlo y no atacarlo. Es el momento, pues, de salir en busca de provisiones frescas. En primera línea, las grandes tentaciones. El lector, sin embargo, tiene el día quisquilloso. Así que se interna en anaqueles menos frecuentados para intentar un viaje diferente que combine novedades y recuperaciones.

Stone Junction. Una epopeya alquímica (Alpha Decay) lleva un prólogo de Thomas Pynchon, vaca sagrada de la literatura estadounidense. Su autor, Jim Dodge, es un iconoclasta de imaginación portentosa que aquí se sale con la historia de un jovencito educado por una sociedad secreta de forajidos para hacer algo grande. Tahúres, drogotas, reventadores de cajas fuertes, terroristas, agentes de la CIA y señores de la espiritualidad lo guiarán por las cuatro esquinas de EE UU hasta que el encuentro con un extraño diamante lo sitúe ante la prueba definitiva.

De Dodge también se acaba de traducir su primera obra, el cuento largo Jop (Capitán Swing, 168 páginas, 18 euros), la delirante historia de una patita alcohólica. Con un poco de suerte, el lector puede encontrar su primera novela, El Cadillac de Big Bopper (El Aleph, 378 páginas, 21,60 euros), historia de carretera marcada por las anfetaminas, el rocanrol y los engendros más increíbles de una América a caballo entre el «beat» y el tardohippismo.

La América de Dodge precede sólo unos años a la que se refleja en Lejos de ninguna parte (Libros del Silencio), la primera novela de la surcoreana recriada en el Bronx Nami Mun. Un debut magistral en el que Mun, huida de casa a los 13 años, transmuta su agitada biografía en un artefacto sin fallas que apenas permite pausas de lectura. Como tampoco las permite Asesinato en América (Errata Naturae, 352 páginas, 22,90 euros), una lograda colección de reportajes periodísticos sobre los crímenes de sangre que han marcado el siglo XX en EE UU.

El lector está siguiendo una excitante senda que le llevará a la América profunda. Ese país increíble de individuos que tienen más dificultad en balbucear que en liarse a mamporros, quemar el granero del vecino o ahorcar al gato halla espléndidas credenciales en Knockemstiff (Libros del Silencio, 304 páginas, 20 euros), una colección de relatos en la que el autor condensa su visión del agujero de Ohio en el que pasó muchos años. Un pozo de miseria que no se diferencia mucho de la que destila Narcoméxico (Catarata), un revelador estudio de José Revelles.

¿Demasiado violento? Si el lector tiene el día sutil puede hacer un rescate. El irlandés John Banville es el más inteligente estilista en lengua inglesa de este lado del Atlántico. En 1997 publicó El intocable, su visión novelada de las andanzas de los espías británicos conocidos como «Los Cinco de Cambridge». Anagrama mantiene vivo el título desde 1999 y es fácil conseguirlo en bolsillo (432 páginas, 10 euros). Requiere, eso sí, una lectura atenta y reposada porque la prosa de Banville lleva una viga maestra en cada párrafo.

Otro rescate. El vienés Stefan Zweig, cuyos penetrantes estudios biográficos tanto se leyeron en España hace décadas, huyó de Europa al comenzar la II Guerra Mundial y se suicidó en Brasil en 1942. En sus memorias de lejanía, El mundo de ayer, que van por la decimocuarta reimpresión en El Acantilado, levanta un retrato sin igual de una civilización europea que se resquebrajó en 1914 y murió en 1939. En esa Europa de entreguerras se refugió el ruso Gaito Gazdánov, un completo desconocido en España que, en 1929, publicó en París Una noche con Claire (Nevsky Prospects), desgarradora historia de amor que, como el libro de Zweig, es también lamento y queja por la pérdida de un sistema de valores a manos de mercachifles y especuladores.

Y cómo no es fácil salir del laberinto del amor, el lector puede zambullirse en una de las mejores historias sentimentales de los últimos años, un calmo y cristalino rompecabezas sobre la relación entre una mujer de 40 años y un anciano que fuera su profesor. Llega de Japón y se llama El cielo es azul, la tierra blanca (Acantilado, 214 páginas, 18 euros). Su autora es Hiromi Kawakami, toda una maestra de las letras.

Más amor. Amor antiguo, entrecruzado de engaños y ambiciones. Errata Naturae presenta Juicio contra una prostituta, del orador griego Demóstenes, obra de sorprendente vigencia en la que, entre otras cosas, puede descubrirse lo mal visto que estaba en Atenas beber con hombres.

Ya metidos en la senda griega, el imaginario heleno arcaico y clásico es analizado, con su erudita perspicacia habitual, por el italiano Pietro Citati en el primer capítulo de La luz de la noche (Acantilado, 478 páginas, 29 euros), un esclarecedor recorrido por los grandes mitos de la Humanidad. Una Humanidad que, pese a todo su fragor, se aloja en la mínima parte del Universo que constituye la materia visible.

La otra, la oscura, de la que apenas se sabe algo y todo lo ocupa, es abordada por Alberto Casas en El lado oscuro del Universo (Catarata, 126 páginas, 12 euros). Una divulgación diáfana sobre el mayor de los misterios. Probablemente dejará al lector tan perplejo como ansioso de seguir buscando lecturas escondidas tras las montañas de grandes éxitos.