Nuevo director del Festival Internacional de Cine de Gijón

Gijón, Pablo TUÑÓN

De su cabeza salen ideas a borbotones. Entre toda la tempestad que ha levantado su nombramiento como director del Festival Internacional de Cine de Gijón, tras la destitución de José Luis Cienfuegos, Nacho Carballo trata de centrarse para programar el certamen en su 50.º aniversario. Pero no duda en ser franco para defenderse de las críticas que se han vertido sobre su nombramiento.

-¿Qué hay que mejorar y qué hay que mantener en el festival?

-Hay que mantener el tipo de cine arriesgado e independiente. Mantendría la sección oficial y la estructura de ciclos y encuentros con el público, y la de fiestas. Más que cambiar, añadiría cosas. Una sección competitiva de animación, porque creo que la animación es el futuro. El festival de cine tiene también que verse en las nuevas tecnologías. Este año hubo una experiencia, «Filmin». Creo que es una propuesta buena. Pero, sobre todo, dedicaría un día al cine de los asturianos.

-¿No le acusarán de un festival de boina?

-No hablo del cine asturiano como del cine de la boina. Hablo del cine que hacemos en Asturias y también fuera, donde hay grandes profesionales asturianos. Somos una especie de plaga. Sería un encuentro del cine que hacemos los que nacimos aquí. Lo hace Sitges con el cine catalán y nadie dice que es el festival nacionalista. Tenemos que ser conscientes de lo que somos. Hay una generación maravillosa que nacimos en el curso de cine que hizo la Universidad en el 92, donde estaban Tom Fernández o Sergio Sánchez. Esa generación maravillosa de asturianos ya hace mucho más que cortos. Hay que empezar a decir que estamos aquí. Y eso no quiere decir que el festival sea asturianista.

-Su encargo es hacer más con menos. ¿Cómo?

-Con imaginación. Haciendo que la gente no venga aquí a pasearse ni que vengan diez días a comer o vivir gratis de Gijón. Que vengan a hacer cosas. No pretendo la alfombra roja de Berlín, Cannes o San Sebastián. Ni tenemos dinero, ni está dentro de nuestra idiosincrasia. En Gijón no nos vestimos de etiqueta. Si viene una estrella mundial, será a un encuentro con el público, a hacer un ciclo y le haremos un homenaje, pero no a pasearse. Sobre todo, quiero que Gijón vuelva a participar del festival. Quiero recuperar el resto de la gente que no estaba yendo al festival. ¿Por qué no pueden venir? Siempre sin perder esa categoría de cine independiente. Simplemente, gestionarlo de otra manera y tener las cuentas claras y limpias.

-¿Qué tiene en la cabeza para celebrar los 50 años?

-Muchas cosas. Queremos hacer un exposición de la historia del festival durante cincuenta años, porque el festival no es sólo José Luis Cienfuegos. Hay que dar a conocer quién fue Isaac del Rivero, visionario y creador del festival, quién estaba con él, quién fue Florentino Soria, Juan José Plans... Queremos abrir el festival a Asturias, sabemos que había ciclos en Candás y otros sitios, pero Asturias es mucho más grande. Y también las casas asturianas de fuera de la región, donde viven la asturianía y todo lo que les llegue es muy interesante para ellos. También haremos un ciclo de las cincuenta películas que más han llamado la atención en el festival.

-¿Cuál es su modelo de festival?

-Por la temática deberíamos decir que nuestro espejo es Sundance. A mí me gustaría no parecerme a nadie. Me gustaría que otra gente dijese: «Me gustaría ser como el festival de Gijón».

-¿Ha contactado ya con los creadores audiovisuales asturianos?

-Muchos me dicen: «Lo que había es lo que había, pero por qué te vamos a cerrar puertas». Otros me han dicho: «Aquí estoy, para lo que necesites. Soy amigo de Cienfuegos y siento que se vaya, pero entiendo que hay un cambio y hay que seguir trabajando». No voy a discriminar a nadie porque sea amigo de Cienfuegos. Faltaría más.

-¿Cuál ha sido el mejor consejo que le han dado estos días?

-Que tenga mucha tranquilidad. Nuestro discurso es futuro y trabajo. No podemos perder tiempo en el pasado. Sabemos que ahora hay una tormenta, que me parece lógica. Cuando nos pongamos a trabajar nuestro objetivo es que en la primera rueda de prensa la gente diga: «Ah, no venían a destruir».

-Ha firmado por un año.

-El mismo contrato que tenía José Luis Cienfuegos, por una edición.

-¿Su paso es eventual?

-No vengo a jubilarme al festival de Gijón. Mi pasión es el cine y esto es muy importante porque puedo hacer cosas grandes y que la gente lo vea. Pero no es mi intención jubilarme aquí. Mi intención es hacer mis películas, que se vean en festivales y, si me tienen que pegar, que me peguen por el cine y no por otras cosas.

-¿Tiene miedo a estar en mitad de una guerra política?

-Ya lo estoy. Es inevitable. Sé que estoy en el ojo del huracán, que para muchos soy el malo y para otros soy la esperanza. Con trabajo, deseo cambiar que los que opinan hoy mal del cambio, el próximo año digan por lo menos: «Bueno, no estuvo tan mal». Sé que hay gente que ya tiene escrita la crónica del 50.º aniversario y la tendrá guardada. Espero que la rompa después de ver el festival.

-En internet ha habido una corriente oponiéndose al cambio, con gente como Armendáriz o Vigalondo. ¿Qué le parece?

-Opinar sin saber el festival que se va a hacer es una osadía. A lo mejor dentro de un mes tengo que hacer una rueda de prensa para decir ciertas cosas por las que alguno se va arrepentir de lo que ha dicho. Me gustaría que Nacho Vigalondo y Montxo Armendáriz vengan al festival y, si tienen que criticarlo, que lo critiquen cuando estén aquí. Y si tienen que decir que ya no es lo que era, que es una puta mierda, que lo digan. Pero que vengan, no que sea de oídas o porque les llame nadie.

-¿Han sido sus relaciones con Cienfuegos tan tensas?

-Hace muchos años que no hablo con Cienfuegos.

-¿Por qué?

-Como director del festival, no puedo contestar.

-¿Qué balance hace de la gestión de Cienfuegos?

-Buena. Ha sabido hacer el festival que él quería. Otra cosa es que hay gente que cree que no es el festival que tiene que ser. Ha creado una identidad propia, su identidad. Pero no hay que tener miedo a los cambios. Esto es cíclico y en unos años igual vuelve Cienfuegos. El festival está por encima de las personas, lo pagamos todos los asturianos y gijoneses. Qué más da quien esté mientras no se pierda la identidad del festival y no baje su nivel.

-¿Algo que decir a los que vinculan su nombramiento con su amistad con el hijo de Cascos?

-Me hace gracia. Estudié en el Corazón de María, donde estudiaron dos hijos de Cascos. Son más pequeños que yo. Los conozco del colegio, pero como conozco a un montón de gente. No hablo con ellos desde hace casi diez años. ¿Un hijo de Cascos, con la que le está cayendo y los problemas que tiene, va a ir a su padre a decirle que tienen un amigo que quiere ser director del festival? Seamos un poco serios.

-¿Cómo es su relación con José Luis Garci?

-También me he reído mucho con lo de que soy el delfín de Garci. Con Garci hice dos películas: una como ayudante de producción, que fue «Luz de domingo». Y luego hice «Dos de mayo» como jefe de producción, coordinador de dirección y producción y actor, no como ayudante del ayudante. Estuve dos años y medio con Garci, me fui de su productora y he trabajado con Miguel, Carlos y Pilar Bardem, Sancho Gracia, he estado con Federico Luppi y mi último trabajo ha sido con Juan Gona, entre otros muchos. Y acabo de hacer la publicidad del Ministerio de Medio Ambiente con una productora americana. Son ganas de intoxicar y echar mierda. También tengo mucha amistad con gente del PSOE. Si en vez de Foro fuese el PP o PSOE, dirían lo mismo, que soy amigo del hijo de Javier Fernández.