Oviedo, Javier NEIRA

Rossen Milanov, nuevo director de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA), se autodefinió ayer como un líder y un cocinero en su presentación pública, realizada a media tarde, en el Auditorio de Oviedo, durante una rueda de prensa.

En la mesa estaban el consejero de Cultura, Emilio Marcos Vallaure; la gerente de la orquesta, Ana Mateo, y el propio maestro Milanov. El día anterior había llegado a Oviedo en medio de una gran expectación quizá porque el proceso de selección había durado año y medio y el vacío dejado por el maestro chileno Max Valdés era necesario llenarlo de una vez o al menos intentarlo.

Abrió la rueda de prensa Ana Mateo. Recordó que Milanov dirigirá el concierto del próximo viernes -el quinto de abono de la orquesta- en el auditorio Príncipe Felipe, según estaba previsto, y que la titularidad la estrenará en octubre, al inicio de la nueva temporada. El contrato se extenderá a lo largo de cinco años.

Emilio Marcos tomó la palabra para indicar que todo el protagonismo de la cita correspondía al nuevo director de la orquesta asturiana. Recordó que con Milanov se cerraba un proceso de selección dificultoso que llegó a poner nerviosos a los aficionados. El pasado día 23, comentó el Consejero, culminó el proceso, impulsado por un equipo de expertos y realizado «con una transparencia absoluta». Marcos Vallaure indicó que espera que el nuevo director fortalezca al máximo las posibilidades de la orquesta y profundice en algunos aspectos habituales en los contextos musicales europeos. En Oviedo, como dijo, se dan esos presupuestos, pero se debe avanzar y profundizar aún más.

Y le llegó el turno a Rossen Milanov. «Gracias. Buenas tardes, señores», dijo en español y siguió en inglés, prometiendo, entre otras cosas, que cuando se incorpore plenamente a la dirección de la OSPA, en octubre, hablará castellano.

El maestro afirmó que estaba «muy contento, agradezco al Consejero el apoyo que me ha brindado. La OSPA es un tesoro de Asturias que ha costado mucho construir y que es muy fácil destruir». Añadió que la orquesta era una embajada cultural y quizás en todos los sentidos, de Asturias, más allá de nuestras fronteras. El director se felicitó por la labor hecha hasta ahora con la agrupación musical de la que será pronto titular y agradeció la comprensión que han tenido los gobiernos regionales hacia una institución que debe contar con la ayuda de todos los asturianos.

«La OSPA es un referente para Asturias», comentó Milanov -que demostró que tiene discurso y le gusta explicarse-, «y debe crecer, la sociedad requiere valores espirituales y culturales para, con ellos, seguir adelante. La OSPA debe ser la orquesta de todos los asturianos, no sólo de los que acuden habitualmente a los conciertos».

El nuevo director comentó que vivirá en Oviedo en un apartamento y lamentó no poder comunicarse ni en español ni en búlgaro, su lengua, así que debe utilizar el inglés. Cuando regrese en otoño para hacerse cargo plenamente de la formación musical, hablará en castellano, según prometió ayer.

Como primer objetivo se ha marcado enlazar con el máximo posible de personas, conocer el papel que juega la orquesta y las expectativas que existen. «Quiero saber qué está pasando, mi gran objetivo es la música, hacer música con el mayor nivel y calidad posibles. Me gustaría conocer a personas de otras instituciones culturales asturianas y también a personas a nivel de calle que no hayan ido nunca o apenas a un concierto». Milanov cree que es necesario abrir la música a los jóvenes y a la gente a la que la música clásica no le gusta o cree que no le gusta.

En otoño de 2010 dirigió a la OSPA. Recuerda aquel concierto «como un reto, era uno de los candidatos. Ahora soy el titular, el futuro titular, y estoy nervioso con vistas al concierto del viernes. Me mirarán con otros ojos, lo quiero hacer bien, me gustan esta orquesta y esta ciudad. La bienvenida, ayer, ha sido muy cálida. Llegué con cinco horas de retraso tras un vuelo intercontinental. A la entrada del Auditorio algunos músicos me abrazaron. Y me preguntaron si, a pesar del viaje, quería ensayar. Dije que sí, claro, y me puse a hacer música con ellos nada más llegar. En dos días, en dos sesiones, he visto un resultado bastante impresionante. He visto compromiso y energía. Quizás haga falta más tiempo y ampliar el repertorio. La cuerda es expresiva y canta; la madera es excepcional, a nivel mundial; muy bien los metales... Mi función es la de líder que encabeza al grupo y de cocinero que elabora platos inolvidables».

El director búlgaro indicó también que «hay que descentralizar, no tocar todo en este Auditorio. Ir a lugares sorpresa donde no sea habitual hacer música clásica. Aprovechar el Calatrava o las iglesias. Y con una orquesta que sea flexible, que no requiera siempre que acudan todos los músicos. Así ganará visibilidad en Asturias. Pueden hacerse conciertos y exposiciones conjuntas. La orquesta es necesariamente una institución educadora. El público es cada vez de más edad, así que hay que ir a por los jóvenes, mezclando música culta y de otros géneros. Puede hacerse la "Consagración de la primavera" de Stravinsky con jóvenes danzando. Y los chicos que estudian Música que vengan a tocar con nosotros sea cual sea su nivel. Estas cosas se han hecho en el Carnegie Hall, en Nueva York, y con mucho éxito. La orquesta es un catalizador cultural en todos los sentidos y dimensiones. Hay que dar oportunidades a la gente que no es habitual, con sesiones formadas por una conferencia introductoria, un concierto breve y después un coloquio. Lo he visto hacer en EE UU, donde la competencia es feroz. Hace falta imaginación».

El consejero Marcos Vallaure cerró la sesión dando la bienvenida a Rossen Milanov «en nombre de todos los asturianos».