Las afectadas por las prótesis PIP, fabricadas con silicona industrial, dijeron ayer «sentirse solas» pues las administraciones de Justicia y de Sanidad mantienen una actitud «pasiva» ante unas prácticas que, según afirman, sabían desde hace dos años que eran al menos incorrectas. Ana Amat, una de las afectadas por esas prótesis, explicó que su situación era «extrapolable» a muchas mujeres, denunciando la respuesta «chulesca» que muchas clínicas, «no todas», donde se realizaron las operaciones, les dieron cuando pidieron información sobre sus intervenciones. Amat mostró sus prótesis que le retiraron hace escasas fechas, una rota y que le causó siliconomas. «El día que tenga un bebé no le daré pecho por miedo», ha dicho Amat, quien se operó en 2008 para «mejorar su aspecto físico y recuperar autoestima».