Guillermo Toledo (1970) agradece a sus progenitores cómo le enseñaron "a ver el mundo desde un punto de vista más crítico". A pesar de la huella dejada por su padre, un médico que asistía a los manifestantes heridos en los últimos coletazos del franquismo, Willy Toledo no quiso seguir sus pasos en la medicina. "Yo, para empezar, era un malo, malísimo estudiante. No acabé ni el bachillerato", confiesa.

"A mí, explica, nunca se me había pasado por la cabeza escribir un libro. Lo hice a petición del editor de Península. Como no tenía tiempo, concluimos que era buena idea contar con Pascual Serrano, un gran periodista. El libro es el resultado de horas de conversación con él".

-En una presentación en Alpedrete, tuvo problemas.

En Alpedrete, hay un foco de neonazis y fascistas que intentaron reventar la presentación del libro. Por supuesto, no lo consiguieron. No me sorprendió porque ahora la extrema derecha está crecida al estar en el poder y cada día se sentirán más impunes. El fascismo no ha desaparecido de este país; lo tenemos en el gobierno.

-¿Por qué está costando tanto salir a la calle para defender la sanidad o el empleo?

Porque hay una ofensiva brutal y unánime de los medios de comunicación que repiten que la situación es así e irreversible, que los recortes y la austeridad son necesarios; que no hay dinero... Esta no es una crisis sino una estafa de proporciones gigantescas. Las empresas del IBEX 35 y los bancos acaban declarando beneficios multimillonarios. No es que no haya dinero sino que nos lo están robando. Hay un plan estratégicamente diseñado para destruir la sanidad y la educación públicas para que pase a manos privadas. La gente acaba asumiendo el discurso político y los recortes.

-¿Qué solución propone?

Tenemos que salir a la calle y hacer una huelga general y otra y otra, las que hagan falta hasta revertir la situación. Está en nuestras manos.

-¿Y el 15-M?

Me consta que hay grupos pequeños dentro del grupo dispuestos a ofrecer una respuesta contundente a estos recortes de derechos fundamentales. Para mí, el 15-M empezó mal al tener documentos en el que se declaraba apolítico. En mi opinión, una gran porción de la gente del 15-M era de la pequeña burguesía que no estaba luchando contra el sistema sino pidiendo su trozo de pastel dentro del mismo. Es el sistema el que falla, el que hunde a los ciudadanos en el dolor.

-Este activismo le pasa factura en su trabajo...

No vivimos en una democracia. Cualquier opinión disidente de una persona en este país, sobre todo si es conocida, emplean todas las fuerzas para aplastarte, ridiculizarte y apartarte del camino. ¿En qué medida me afecta? Es difícil de decir porque nunca sabré qué trabajos me iban a a ofrecer que no me ofrecen ahora. Pero sí tengo constancia de un par de vetos sufridos al optar a personajes. Es lo que toca.

-Le queda Animalario, donde realiza el trabajo que usted quiere ...

Llevamos unos 18 años con Animalario, el lugar donde me he sentido más cómodo y realizado. Esta compañía de teatro es nuestra así que nosotros decidimos cuándo, cómo y dónde realizamos los montajes que queremos hacer. Acabamos de hacer dos meses en Madrid en las Naves del Matadero con "El montaplatos" con Alberto San Juan. Ahora, empezamos la gira. Nuestra responsabilidad con Animalario es hacer piezas que hablen de la situación que vivimos, del mundo que nos rodea.

-¿Tiene la SGAE futuro? ...

En el libro, ya denunciaba cómo funcionaba la SGAE, como si fuese una organización mafiosa. El futuro dependerá del futuro que quieran ellos para sí mismos.

-Ha opinado contra un activista cubano, Emilio Aragón e Imanol Arias, entre otros. ¿Se arrepiente?

No me arrepiento de nada de lo que he dicho. He sido fiel a mi pensamiento y corazón. No he dicho ninguna mentira.