Los toros, siempre en polémica. En España tiene doble vertiente: la política y la natural: luchar por cuidar y tratar bien a los animales. Da la impresión, sin embargo, de que los toros torean en otras plazas bien distintas al resto de animales protegidos, desprotegidos o maltratados. Tan es así que ayer acabaron en el Congreso, aunque fuese vía delegación humana, recibidos por Jesús Posada, el presidente de la Cámara. Iban con firmas para que se declarara Bien de Interés Cultural en toda España la fiesta. La delegación era de Cataluña, donde fueron prohibidos los toros. Por cierto, otra plaza que trabajaron los no taurinos y los taurinos, el Parlamento catalán. En este segundo caso fue para poner punto final a la fiesta; ayer, en cambio, los protaurinos entraron en la Cámara con alfombra roja. Lo dicho, mucha política y poca cuestión animal cuando los toros andan en el debate. La pinta es de que nunca habrá acuerdo. Son asuntos eternamente encallados, aunque alguna vez (lo mismo no lo vemos) se encontrará una solución que no hiera. Palabra que ni pintada.