«Voy a estar más seguro yo a bordo del "Titanic" que vosotros en esta casa», asegura la memoria popular que exclamó Ovies en aquella comida en familia cuando su madre, mujer sensata, le señaló los peligros de tanta sofisticación por el mar. Y ya se sabe, el «Titanic» no aguantó el primer asalto, y la casa de doña Carmen Rodríguez Maribona sigue ahí, aunque no sin haber dejado jirones de su prestancia. Mejor los pies en la tierra que los lujos en el océano.

Servando Ovies dejó viuda y un hijo de corta edad, también llamado Servando. Tenía dos años cuando se quedó huérfano de padre. Eva López del Vallado, la viuda, removió Roma con Santiago para recuperar el cadáver de su marido, sobre el que pesa una leyenda casi de guión cinematográfico. Su biznieta Ivonne Moro Ovies está convencida de que el cadáver que descansa en el cementerio católico de Mount Olivet, en Halifax (capital de Nueva Escocia) «es realmente mi bisabuelo». La alternativa más novelesca es que ese cuerpo perteneciera a otra víctima y que la familia Ovies o sus socios de El Palacio de Cristal hubieran «comprado» ese cadáver para agilizar así todo lo relacionado con la herencia.

Servando José Florentino Ovies había nacido el 21 de febrero de 1876 en Avilés, hijo de Ramón Ovies y María del Carmen Rodríguez. Dos días más tarde se bautizó en la iglesia parroquial de San Nicolás. Su destino estaba en Cuba, donde unos tíos suyos habían hecho fortuna comercial. El Palacio de Cristal era propiedad de su tío materno, José Antonio Rodríguez, pero Servando no lo tuvo fácil, comenzó desde abajo, aprendió a hablar perfectamente inglés y se hizo en pocos años con las riendas del negocio.

Aquel niño que dejó huérfano a los dos años era el vivo retrato de su padre. A los 36 años, edad en que su padre había muerto a bordo del «Titanic», Servando Ovies López del Vallado se parecía a su progenitor como dos gotas de agua, incluido el poblado bigote. Llegó a ser un personaje conocido en la Cuba de la época, con protagonismo social. Fue ingeniero agrónomo, se casó tres veces y ya entrado en la cincuentena, se marchó de Cuba por no estar de acuerdo con el régimen comunista de Castro y los suyos.

Su madre, Eva López del Vallado, viuda de Servando Ovies, era una mujer de carácter. Se casó en segundas nupcias con su cuñado Ricardo, al que también sobrevivió, «así que fue viuda de Ovies en dos ocasiones», ironiza Ivonne. De ese segundo matrimonio no hubo hijos.

La familia se desperdigó por el mundo con cuatro países centrales: Cuba, Venezuela, España y los Estados Unidos. El nexo de unión entre los Ovies y LA NUEVA ESPAÑA viene de lejos, cuando este periódico publicó una investigación sobre el pasajero asturiano del «Titanic» en 1998. Aquel reportaje llamó la atención de varios medios de comunicación nacionales, y uno de ellos, TVE, se puso en contacto con el periódico para realizar un reportaje para el Canal Internacional. Aquella información llegó a Venezuela, donde por entonces vivía otro Servando (la cuarta generación consecutiva de Servandos Ovies), quien puso a LA NUEVA ESPAÑA en contacto con su tía Eva, la madre de Ivonne.

Eva fue quien envió la fotografía que Servando Ovies había remitido a su esposa durante el viaje a Europa. «A mi Eva», dedica Servando el retrato, fechado el tres de marzo.

El drama del barco más famoso de la Historia siempre estuvo presente en el ámbito familia. Ivonne cuenta una anécdota: «Cuando nos portábamos mal en casa nuestra madre siempre decía: «SOS "Titanic"». Y entonces sabíamos que había que ponerse firmes y andar con mucho ojo».

Servando Ovies y Eva López del Vallado eran un matrimonio que vivía en la abundancia, perteneciente a la alta burguesía española en la isla, que no perdió ni un ápice de influencia cuando en 1898 Cuba logró su independencia de España tras una guerra que dilapidó el prestigio militar del exhausto imperio. La muerte del cabeza de familia significó el cobro de una indemnización que algunos cifran en 77.000 dólares americanos de los de hace un siglo. Una inmensa fortuna. «Mi madre y mis tíos estudiaron en los mejores colegios de La Habana. Mi madre era economista y trabajó toda su vida».

En Asturias la vida fue un poco más dura. Victoriano, María, Isabel y Pilar fueron sobrinos de Servando Ovies y estaban relacionados con una tienda de ultramarinos muy tradicional en Avilés, Casa Victoriano, en la calle Rivero.

Por la izquierda, Manuel, Ivonne y Servando, tres de los cinco bisnietos de Servando Ovies que viven en España en una fotografía tomada esta semana en el puerto de Valencia. La siguiente generación de los Ovies está formada por, hasta la fecha, diez tataranietos, de las que ocho son mujeres. Ningún Ovies, hasta ayer, conocía la tierra asturiana.