Al señor Miguel Ángel Revilla, ex presidente de Cantabria, lo menos que se le puede reconocer es que tiene gracia. De su gestión política hablará la Historia, una vez establecidas perspectiva y objetividad, pero así, a bote pronto, la simpatía le queda otorgada. Sólo fue preciso escuchar la cantidad de carcajadas que profirió el público asistente a la presentación de su libro «Nadie es más que nadie», acto que tuvo lugar en la sala del Ámbito Cultural de El Corte Inglés.

Llegó entre aplausos, acompañado del director de comunicación de la casa, Alfonso Fuertes, y seguido de una cola de admiradores que libro en ristre habrían de esperar al final de la intervención para recibir su firma, pese a que llevaba ya una hora estampando dedicatorias. Y sin más dilación se puso a hablar. Dijo que su mayor sorpresa era haberse encontrado en Gijón con personas de su pueblo, Polaciones, cuyo censo es de 180 vecinos. «Cuando yo nací, hace 68 años, había 2.100, pero se fueron yendo... Como sólo salen patatas...».

Declaró que su libro, «Nadie es más que nadie», fue escrito en 28 días, con bolígrafo y sin tachaduras, aunque la editorial le había concedido cinco meses. El señor Revilla nunca pensó en escribir un libro, pero un día, en una cena de verano llena de personalidades... «Entonces todo eran cenas; ahora no me invita nadie». En dicha cena conoció a la directora general que Editorial Espasa, que tras escuchar sus historias y anécdotas le propuso recogerlas en un texto. Imposible, le dijo, por varias razones: carecía de tiempo, siendo presidente de la Comunidad Cántabra «no era libre para expresarme...». «Mi deber era hacerle la pelota a todo dios, con decir que hablaba bien hasta de Aznar...». Tampoco sabía si iba a ser capaz. Pero pasó el tiempo, sus responsabilidades políticas mermaron, y se hizo una reflexión: «Si cuando hablo todo el mundo me entiende, y nunca llevo papeles, lo que tengo que hacer es escribir como hablo». Una salvedad: los que llevan papales es porque se los han escrito otros, dijo.

En la portada de «Nadie es más que nadie», se ve al señor Revilla calzando al Rey... «Lástima, me faltó el capítulo del elefante». «En realidad le estaba poniendo unas albarcas, una especie de madreñas típicas de Cantabria, porque era la fiesta de San Cipriano, el 16 de septiembre de 2009, y coincidía que Su Majestad vino a inaugurar el curso escolar de Reinosa». En la primera parte del libro, siempre según el autor, éste se desnuda, «hago un striptease integral». En la segunda narra vivencias de sus 16 años en el poder. «No hablo de Mariano Rajoy porque apenas lo conozco, con Rodríguez Zapatero he pasado muchas horas, pero el que sale muy mal parado es Pepiño Blanco».

Pero lo más importante de libro, «el tema gordo», es donde Miguel Ángel Revilla explica lo que está pasando en España, por qué estamos como estamos, y lo que habría que hacer para salir de la crisis. «Me gustaría que lo leyeran chicos cuya edad oscile entre 18 y 25 años, jóvenes que pensaron que este país era rico porque el presidente les decía que estábamos en la Champions League, y era mentira. Hace falta recuperar la cultura del esfuerzo. El rico de hoy es un especulador, un pirata con un ordenador, no tiene plantilla. El rico de antes lo era por trabajar, creaba empleo, se esforzaba...» .

Acabó metiéndose del todo al público en el bolsillo con sus guiños al bable, con sus alusiones al Sporting, a El Molinón, a la playa de San Lorenzo... Sólo le faltó decir que había comido en Ataúlfo, quisquillas y mero. No sabe nada, el tío...