Gijón, J. L. A.

«Me apetecía ser otro». Son palabras del novelista gijonés Jesús del Campo, no de Fernando Pessoa, el poeta portugués de los heterónimos. Y ese «otro» se llama Jack Bosco y canta, escribe canciones, toca la guitarra acústica y debutará hoy en su ciudad, en la sala The Class (calle de Torcuato Fernández Miranda, 2), a la hora bruja de la medianoche, cuando todos los gatos son pardos y apetece cumplir con el compromiso de algunos sueños largamente pospuestos, adensados también por el paso de los años.

Porque Jack Bosco es, en realidad, el tipo en el que quería convertirse Jesús del Campo cuando pugnaban en él dos de sus más pertinaces vocaciones, la de escritor y la de músico. Y que sólo ahora, traspasada esa frontera biográfica de los cincuenta años, se ha impuesto como alguien al que ya no le sirven las disculpas, las demoras, las coartadas. «Llevo años componiendo, sólo que sin método, y siempre dejaba tiradas las canciones; me acostumbré a una cierta desidia, aunque ahora ha llegado el momento», confiesa el escritor gijonés.

Jack Bosco, el músico que se pone sombrero y gafas de sol para tomar de la cintura su guitarra acústica, ha tardado en nacer. Pero ahí está, como la prueba definitiva de que Jesús del Campo ha encontrado a ese «otro» en el que le apetecía convertirse, «Nomad Street», el disco con los doce temas que dan fe del alumbramiento.

«Todas son canciones mías y recientes, escritas a lo largo de los últimos dos años», explica Jesús del Campo, o más bien Jack Bosco, que, antes de comparecer hoy ante su gente, ha tenido una afortunada presentación, el pasado jueves, en un local de la plaza Mayor de León. «Ha sido el primer concierto oficial de Bosco y la verdad es que estuve muy a gusto; lo pasé bien», comenta el músico.

¿Y qué es «Nomad Street»? «Ahí está la música que he ido acumulando en mi cabeza durante años», indica Bosco, consciente de sus deudas con algunos de los grandes: Dylan, Neil Young, Lou Reed... El disco, compuesto en inglés, la lengua que Jesús del Campo enseñó durante años, incluye un guiño explícito para quienes conocen la obra del escritor gijonés y columnista de este periódico. Es el tema «Tristan Benson Blues», el mismo que lleva su última novela.

«Es cierto que en este texto hay un componente autobiográfico incuestionable», admite Jesús del Campo. El libro, una hermosa historia de formación, relata un período de la vida de Tristan Benson, que se busca los días y su pan tocando la guitarra en las estaciones de metro de París o Londres, igual que hizo el escritor gijonés en los años de la Transición. «Sí, es cierto que yo también hacía versiones de Dylan y de Neil Young», dice. ¿Y por qué el inglés en alguien que tiene una ya amplia obra narrativa y de literatura viajera en español? «El castellano tiene otra métrica, palabras más largas que imponen su música; me saldría artificial».