Desde aquello de la teta de Janet Jackson en su show de la Superbowl con Justin Timberlake se puso de moda el retardo, denominado dentro de lo políticamente correcto como falso directo. Aquello afectó a la sociedad norteamericana, por el horario y porque ambas estrellas del pop eran entonces referentes, o así. Se empezó a poner de moda retrasar unos segundos estos ceremoniales del espectáculo. El retardo pasó a los «Oscar» y poco a poco se impuso el modelo. Aquí en España se reconocían falsos directos (algún año con los «Goya») que, parece, nunca metieron tijera o algo similar a la censura. Pero TVE ya tuvo las suyas. Como la de impedir que se viera y oyeran los abucheos al himno de España y al Rey en una final de Copa. Bien, ahora hay movida con la gala de los premios «Max», también emitidos en falso directo y con cortes que, vistos en directo, daban mal rollo, pero también podía colar como un acelerón a este tipo de galas tan largas. Sin embargo, ¡ojo!, que es muy diferente cortar por el tiempo que cortar por lo sano (o por el discurso).