El premio «Príncipe de Asturias» de las Artes vuelve a ser español. La figura de dimensión internacional del arquitecto Rafael Moneo convenció a un jurado que valoró su «arquitectura serena y pulcra» para otorgarle un premio que llegó el mismo día que el arquitecto navarro cumplía 75 años.

Maestro de arquitectos especializado en el uso de la luz como elemento constructivo para crear espacios diáfanos en sus edificios, Moneo aglutinó ayer centenares de parabienes de quienes, como también subrayó ayer el jurado, le consideran «un maestro reconocido en el ámbito académico y profesional». Entre los méritos que le valieron el premio se reconoció su capacidad para «conjugar estética con funcionalidad, especialmente en los interiores diáfanos que sirven de marco impecable a las grandes obras de la cultura y el espíritu».

De sus espacios habló Miguel Zugaza, director del Museo del Prado, edificio cuya ampliación es obra de Moneo. «Vivo dentro de un Moneo», manifestó Zugaza, quien señaló la capacidad del premiado para «crear espacios para el arte». «Fue el encargado de realizar la ampliación más ambiciosa de la historia del museo», dijo. Zugaza considera el premio «merecidísimo», «porque ha conseguido llevar a su modernidad una tradición muy asentada en la cultura, que opta por ese estilo severo que arranca casi desde Herrera». Para Zugaza, es «uno de los grandes españoles que han sabido llevar el talento español por el mundo».

Rafael Moneo nació en Tudela (Navarra) en 1937 y estudió arquitectura en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid. Durante años compaginó el diseño arquitectónico con la enseñanza en las escuelas de Madrid y Barcelona, y en otras instituciones europeas y americanas, faceta que ayer destacaron muchos de sus seguidores

Desde que en 1961 ganó el Nacional de Arquitectura hasta que fue nombrado académico de Bellas Artes de San Fernando, ha sumado los más importantes premios de arquitectura, desde el «Pritzker» de Arquitectura -considerado el Nobel de esta disciplina- en 1996, al europeo de arquitectura contemporánea, «Mies van der Rohe», en 2001.

Además de la ampliación del Prado, en España cobró notoriedad por la remodelación de la estación de Atocha, la Maternidad de O'Donnell y del aeropuerto de Sevilla. También consiguieron gran reconocimiento el diseño del Museo de Arte Romano de Mérida, el Kursaal de San Sebastián y el Auditorio de Barcelona, entre otros muchos trabajos repartidos por todo el mundo.

De «muy merecido» calificó ayer el arquitecto Patxi Mangado el premio a su colega. «Es, sin duda, el arquitecto español más intenso y más internacional», comentó. Mangado, autor del proyecto de ampliación del Museo de Bellas Artes de Asturias, cree que el premio quizá «llega tarde», porque Moneo es «el arquitecto más importante de España de los últimos años, sin ninguna duda».

Sin ahorrar elogios, destacó «la inteligencia y la profundidad» de una obra «muy intensa, que nace de la reflexión y de un conocimiento muy profundo de la historia de la arquitectura».

La arquitecta italiana Benedetta Tagliabue, miembro del jurado, que habló de «gran unanimidad» a la hora de elegir al premiado, no dudó en mostrar su entusiasmo y admiración por la obra de Moneo. «Creo que es un gran maestro, una persona que ha sabido formar más de una generación de arquitectos en España y que ha demostrado que se puede ser arquitecto, profesor, académico, crítico, una persona muy universal y muy comprometida con su trabajo». Tagliabue también destacó la esencia de lo español que siempre está presente en su trabajo, en su manera de hacer. «Es un arquitecto que nunca ha dejado de tener un estudio de un tamaño que se puede controlar, porque elige estar presente siempre en las obras y eso es muy de aquí, y permite hacer una arquitectura de calidad».