Hace poco más de dos semanas se celebró en Oviedo el XL Congreso Nacional de la Academia Española de Dermatología y Venereología, y coincidiendo con este evento se presentaron los X Premios «Virgilio Palacio». A partir de ahora, estos galardones van a tener una colaboración especial con el CILAD (Colegio Ibero Latino Americano de Dermatología), plasmada en un premio al mejor trabajo publicado sobre infecciones de transmisión sexual (ITS) por especialistas pertenecientes al ámbito ibérico y latinoamericano, novedad que internacionaliza estas distinciones promovidas desde Asturias.

El doctor Virgilio Palacio, fallecido de forma prematura en 2001, fue un dermatólogo que impulsó el estudio de las enfermedades venéreas desde su consulta en el Hospital Monte Naranco, creando una red de centros monográficos en Oviedo, Avilés y Gijón. Como miembro del Grupo Español para la Investigación de las ITS, presentó múltiples trabajos, tanto en reuniones nacionales como internacionales. También fue presidente de la Fundación Anti-Sida de España (FASE).

Dedicó muchas horas de su trabajo diario al estudio de las infecciones por papilomavirus humanos, los responsables del cáncer de cuello uterino y de las verrugas genitales, dando lugar a la publicación de un libro titulado «VPH en área genital». Fue también pionero en el estudio de las infecciones genitales por virus herpes simple, que producen el herpes genital. Independientemente de su vertiente científica, fue un médico muy preocupado por los factores sociales asociados a estas patologías, como son la prostitución y la drogodependencia. De ahí su estrecha vinculación con la organización Médicos del Mundo, de la que era socio y voluntario desde su fundación, y el hecho de que este colectivo promocione los premios.

Asistimos en la actualidad a un recrudecimiento en todo el país de las infecciones de transmisión sexual. Entre las causas que se esgrimen, quizá una de las más importantes sea el hecho de que el sida, con las nuevas terapias antirretrovirales, ha pasado a ser una enfermedad crónica, lo que ha motivado la desaparición de las calles y los medios de comunicación de aquellas imágenes dantescas de estos pacientes frecuentes en los años noventa.

Las enfermedades venéreas cambian con el tiempo su forma de presentación y su frecuencia. En los últimos años, no sólo en España, sino también en países occidentales, se ha observado un aumento de todas estas infecciones, pero ha tenido un gran eco el aumento de la sífilis en el colectivo de hombres que tienen relaciones sexuales con otros hombres, y, sobre todo, de cuadros dermatológicos producidos por la sífilis, que conocíamos de textos antiguos pero que hacía muchos años que no se diagnosticaban en las consultas. El dato es común a toda Europa occidental y a EE UU, y acarrea otra consecuencia: que una lesión ulcerada, y el chancro sifilítico lo es, supone una fantástica puerta de entrada para el virus de la inmunodeficiencia humana, responsable del sida. Por otro lado, el número de sífilis congénita sigue estable, lo que indica también el mal control serológico de sífilis en muchos embarazos. Patologías prácticamente desconocidas en España, como el linfogranuloma venéreo, se diagnostican actualmente en Barcelona y Madrid, entre varones homosexuales.

Las personas jóvenes parecen disponer de menos información sobre las infecciones de transmisión sexual. Siempre decimos que cada año «se incorporan al mundo del sexo» muchos miles de jóvenes, pero no se hacen campañas continuas de información sobre estas patologías. Aunque la vacuna para evitar las infecciones por papilomavirus parece estar siendo eficaz para evitarlas, lógicamente, no protege de las demás infecciones.