Oviedo, M. S. MARQUÉS

Compañeros y alumnos del profesor y dominico Juan Fernández Tresguerres presentaron ayer, en el Aula Magna de la Universidad de Oviedo, un libro pensado como todo un homenaje al prehistoriador fallecido el pasado año. Con el título de «Ad Orientem», el volumen recopila 51 trabajos de autores procedentes de diferentes universidades y centros de estudios, sin que falte la participación llegada desde el Oriente medio.

Fray Javier Carballo, prior de la provincia de España de la Orden Dominica, subrayó el carácter «renuente al protagonismo» de Tresguerres, un hombre que «prefería situarse en la discreción» y un fraile del que destacó una «vocación de seriedad» que con el tiempo fue madurando en tres ámbitos: la búsqueda de la verdad, la vocación de fraile dominico y la entrega a la docencia y a la Universidad.

En el Aula Magna, donde se reunieron muchos amigos, alumnos y familiares de Tresguerres, sólo se escucharon elogios sobre su persona. De «hermano justo y conversador de probada lealtad» lo calificó Carballo. «Nos enseñó el valor de la excelencia en la sencillez, sin ambiciones, sin protagonismo», dijo, y fue más allá cuando mencionó que Tresguerres «no se aprovechó de la Universidad, sino que se esforzó para darle prestigio y reconocimiento».

Además de profesor de Prehistoria, Tresguerres fue un arqueólogo entusiasta. En su haber tiene el descubrimiento de la cueva de Los Azules, en Cangas de Onís, proyecto que, como ayer se dijo, resultó ser «una mina de oro para el período Aziliense». Otra de sus apuestas fue la Misión Arqueológica Española, creada en Jordania, donde excavó durante tres décadas. De esta iniciativa escribe en el libro la arqueóloga Otilia Requejo, que participó en alguna de las campañas en el yacimiento de Jebel-al-Mutawaq.

Sobre el Tresguerres profesor del Colegio de los Dominicos habló, como antiguo alumno, el decano de Derecho, Benjamín Rivaya, que comentó la amistad y las enseñanzas que recibió del fallecido.

También el arqueólogo y coordinador del libro, Juan Muñiz, repasó con cariño la figura del que fuera su profesor, de que dijo que «a pesar del gesto adusto y serio, era muy cariñoso». Citó entre los colaboradores del libro los textos de los profesores María Josefa Sanz y Miguel Ángel de Blas.