Los padres con testículos más pequeños se esmeran más en el cuidado de sus hijos y responden de forma más emotiva a fotografías de sus pequeños. Son, en definitiva, mejores padres y más orgullosos de sus hijos según sus parejas. Esta curiosa conclusión se extrae de una investigación publicada hoy en la revista "Proceedings of the National Academy of Sciences" y elaborado por la Universidad Emory. Además, esta afirmación nos acerca más a otros primates, para los que los biólogos ya habían llegado a similares análisis.

Los científicos ya habían detectado un equilibro entre los esfuerzos de los machos de ciertos primates para aparearse y producir más descendencia y el tiempo que los machos pasaban cuidando a sus hijos. Los chimpancés machos, que son muy promiscuos, tienen testículos cuyo tamaño llega a ser el doble que el de los humanos, producen gran cantidad de esperma y, en general, no tienen especial interés en los cuidados parentales. Por el contrario, los gorilas machos tienen testículos relativamente menores y protegen a sus descendientes. El estudio publicado hoy traslada esos comportamientos a los varones humanos, cuya relación con los hijos es muy diversa, pero constata ciertas evidencias de ambas actitudes: hay hombres de testículos mayores que actúan más como los chimpancés, preocupados en aparearse o en otras actividades, mientras que otros hombres de testículos menores se esmeran en cambiar pañales y atender a sus hijos al estilo "gorila".

Este estudio no sólo se basa en las medidas de volumen testicular, sino también en la actividad cerebral, como destaca Peter Gray, antropólogo de la Universidad de Nevada (Las Vegas), que ha participado en la investigación".

James Rilling, antropólogo de la Universidad Emory de Atlanta (Georgia) decidió investigar por qué unos padres están más involucrados en la atención a sus hijos que otros. La pregunta tiene enjundia: en los últimos cincuenta años ha crecido de forma significativa en Estados Unidos el número de mujeres que cuidan a sus hijos por su cuenta. Y aunque cada vez hay más hogares sin figura paterna, aquellos en los que el padre está presente tiende a involucrarse más en la crianza que los padres del pasado. ¿Es ese cambio social y educativo o tiene un trasfondo biológico?

Los investigadores entrevistaron a 70 padres de niños con edades entre uno y dos años y exploraron sus cerebros y testículos con resonanciaa magnética. Asimismo, los padres y sus parejas evaluaron por separado el grado de implicación de los sujetos en la crianza y en actividades como el cambio de pañales, la alimentación, el baño o quedarse en casa para cuidarlos si enferman.

El estudio comprobó algo que ya había sido testado: que el nivel de testosterona guarda relación con el cuidado de los hijos. Los padres más involucrados en la crianza de sus bebés tienen niveles más bajos de esa hormona. La reacción cerebral de los participantes en el estudio cuando observaban fotos de sus hijos con expresiones diferentes permitió también concluir que los niveles de testosterona y el tamaño de los testículos están inversamente relacionados con el grado de cuidado de los padres a sus hijos. Aquellos con menos testosterona y testículos menores presentan más actividad en el área ventral tegmental del cerebro, que controla los niveles de dopamina y está relacionado con sensaciones de placer y por eso se emocionan más al observar imágenes de sus pequeños.

"Esta es una cuestión importante porque otros estudios han demostrado que los niños y niñas cuyos padres están más involucrados en la crianza se desenvuelven mejor social, psicológica y educativamente", afirmó Rilling.

Pero el comportamiento de un padre no está determinado sólo por la biología. "Hay muchas variables que determinan cómo se desarrolla la paternidad", explica Charles Snowdon, psicólogo de la Universidad de Wisconsin-Madison, para quien este estudio basado en el tamaño de los testículos sólo explica parcialmente la cuestión.