De la tradicional cocina de la abuela a los fogones dominados por pequeños cocineros que apenas levantan un palmo del suelo. La «Masterchef junior manía», derivada del programa televisivo cerró con gran éxito su edición infantil, se extiende por Asturias y alegra a muchos padres, que ven con incredulidad cómo sus hijos prefieren la sartén y el cazo a la videoconsola.

En algunos niños la pasión por la cocina ya había llegado hacía tiempo. Es el caso de la parraguesa Carlota Campo Vega, de Arriondas, que con tan sólo nueve años conoce a la perfección los términos e ingredientes más sofisticados. «Me encanta preparar salmorejo de fresa con nata de pueblo», explica. Fue uno de los platos elegidos para el «casting» del programa de Televisión Española, en el que estuvo a punto de participar. «No pasé el corte final, pero el hecho de haber sido seleccionada ya es un logro», asegura con soltura.

Su padre, el chef José Antonio Campoviejo, con una estrella Michelin en su restaurante de Arriondas, la mira embelesado. Carlota tiene gustos muy variados: «Mis cocineros preferidos son Pepe Rodríguez (uno de los jurados del concurso), Heston Blumenthal, célebre por la mandarina rellena de foie que probó en su restaurante de Londres; Ferran Adrià, Joan Roca»... Y, casi al final, su progenitor. «Él lo entiende y no se enfada», remata. Ella, alumna de cuarto de Primaria y en los ratos libres relaciones públicas del restaurante paterno, aprendió a cocinar casi a la vez que a hablar.

Con cuatro años ya emplataba la llamada «fabada moderna». El aplomo de Carlota le permite incluso servir mesas y recibir a los clientes. «Mi padre me enseñaba cosas, era como un profesor», dice. Cinco años después, las tornas han cambiado y ella hace las sugerencias. «Para cocinar hay que tener una mente de niño, hay que dejar volar la imaginación, cuando se lo digo se ríe, pero en el fondo me hace caso», explica pizpereta. Uno de sus más preciados regalos de Navidad es el set de pastelería del «Masterchef» francés, que le compraron en una librería de Burdeos. «Trae una manga de tela, un libro y plantillas para hacer "macarons", tengo muchísimas ganas de estrenarlo», asegura.

Los Reyes también le dejaron un telescopio, porque casi nunca ha jugado con cocinas de juguete. «Para qué, si tenía fogones reales. Ponía un cubo al revés para llegar a las mesetas», cuenta con desparpajo. Su plato favorito es la ropa vieja del restaurante de Pepe Rodríguez, en Illescas (Toledo). Carlota tiene las cosas muy claras. «Voy a ser profesora. Me gusta mucho cocinar, pero como aficionada. Veo todo el trabajo que tiene mi padre y me pregunto si yo lo podría manejar», concluye.

El ovetense Álvaro Río Álvarez, de doce años, alumno del Colegio Virgen Milagrosa, no es hijo de cocinero, pero se aficionó a los fogones por la influencia de su abuela. Hace un año se enganchó al programa televisivo y pensó que los cocidos podían tener un toque diferente y divertido. «Es muy distinto lo que haces en casa de lo que ves en la tele», explica. Una de las cosas que más le gusta preparar son las verduras a la parrilla. Es amigo del chef Luis Alberto Martínez, de Casa Fermín, quien asegura que Álvaro tiene madera de cocinero después de haberle visto preparar alguna de sus especialidades. «También me gusta mucho preparar "brownies" y bizcochos», comenta el niño.

Lena también presume de estrella de la cocina. Jimena Díaz tiene cinco años y vive en La Vega del Ciegu. Explica, risueña, que sus papás son profesores y le enseñaron desde «muy pequeña» el arte de la cocina. Es su afición favorita para los fines de semana, y sus recetas estrella son «el bizcochón y las galletas». «Entre semana no puedo cocinar, porque tengo cole», explica mientras casca unos huevos y mide la harina con una maestría que tienen pocos adultos para preparar un bizcocho.

Sabe que es muy importante la paciencia: «Hay que mezclar todo sin salpicar, para que no se ensucie la cocina». A la hora de poner el horno o encender el fuego pide ayuda «para no quemarse». Es experta en repostería y quiere seguir aprendiendo. Entre sus próximos retos está la tortilla de patatas, aunque todavía no tiene mucha fuerza y tendrán que ayudarla a darle la vuelta. No quiere ser una niña «Masterchef junior» en la tele, pero cuando sea mayor seguirá cocinando, aunque tiene claro que montará una peluquería «para peinar a las chicas». Nada más confesar sus aspiraciones, el bizcocho ya está listo. Tiene muy buena pinta, y ella sonríe, encantada de darle sabor a la vida.