Marta Pardo, ovetense, 24 años, llegó al ballet de la mano de su padre. Fue él quien tras visitar una academia cercana a su casa, en la que fue rechazada por ser muy pequeña, la matriculó en otra. "Vive para la danza", dice él minutos antes de que la joven inicie el "asalto" al Museo de Bellas Artes de Asturias, en Oviedo. Marta baila pero también cose, diseña corsés, manipula cosas con objetivos siempre artísticos y ha estudiado Magisterio. Su pasión se refleja en la mirada cuando baila, pero es consciente de que la edad de una bailarina siempre presiona. "Tendría que estar ya haciendo audiciones y tendría que ser la "rebomba" para que me cogieran, hay mucha gente joven muy buena", afirma.

¿A quién admira? "Más que a bailarinas, diría bailarinas en un determinado papel. Tamara Rojo en "Don Quijote", Svetlana Zajarova en "Odette" y Alina Somova en "Paquita"", responde.

Borja Villa tenía 16 años -ahora ya ha cumplido 23- cuando vio por primera vez la película "Billy Elliot", la historia de un niño británico de 11 años que sólo aspira a convertirse en un bailarín profesional. "Algo me ocurrió, es como si hubiera entrado en mí el espíritu de la danza", dice. Estudió en Madrid, donde reside, y en Londres, ha realizado ya dos espectáculos en su Siero natal y le gustaría "fomentar la danza" en Asturias.

Lan, argentino residente en el Principado, integrante de la plataforma Vello Público, un proyecto multidiscplinar que trata de integrar las artes, entre ellas la danza, tiene una formación más contemporánea.

Leyre Alonso, de 18 años, estudiante de arte y ballet en Madrid, y Elia Fernández, de 21, que estudia artes visuales y danza y forma parte del Joven Ballet de Cámara de Madrid, actuaron ayer como narradoras del espectáculo titulado "Asalto de danza en el museo", dirigido y coreografiado por Marisa Fanjul. El motivo era la celebración del "Día internacional de los museos".

Los cinco se movieron por el Museo de Asturias entre el público, realizando breves coreografías pensadas para ser representadas en espacios poco convencionales. El espectáculo comenzó en el patio del palacio de Velarde, en el que se exhibe la exposición "Negro silencio", esculturas de delicada sensibilidad de Tadanori Yamaguchi. "La idea es sacar la danza de los escenarios y acercarla al público en otro tipo de lugares. En el museo, además, hemos reunido prácticamente todas las artes: la pintura, la escultura, la música, la danza, nos faltó la voz, pero otro año será", afirma Marisa Fanjul.

El "asalto" de los bailarines, con la música de la "Preludio a la siesta de un fauno", de Debussy, recorrió el museo con un itinerario prefijado, las obras de "Cristo muerto en la Cruz", de Francisco Zurbarán; "Adán y Eva", de Evaristo Valle, y "A la amiga", de Julio Romero de Torres. Hubo también música en directo, con Marco Vlahovic al violín y Emilio Cuesta al piano. Destacó el paso a dos de Marta y Lan y "La muerte del cisne", bellísima pieza de Camille Saint-Saëns, interpretada primero por Borja Villa y más tarde por Marta Pardo. Al final, intensos aplausos y muchos bravos.

El "Día internacional de los museos", que se celebra hoy, aunque la mayoría de los equipamientos asturianos programaron para ayer sus actividades principales, tiene este año como lema "Los vínculos creados por las colecciones". En este marco de renovación de relaciones se inscribe el acto organizado ayer por el Museo de Bellas Artes de Asturias, que busca atraer a los visitantes con nuevas propuestas que, de forma directa o indirecta, los acerquen a las colecciones.