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El estilismo alegre retorna al Campoamor

La sobriedad contenida de ediciones anteriores da paso a una interminable pasarela de sofisticada elegancia

Abajo, Teresa Sanjurjo, Josep Piqué y Gloria Lomana.

El deseo de brillar y de agradar regresó ayer a la alfombra azul del Campoamor, alegre como nunca, tras años en los que la sobriedad, solamente alterada por algún detalle excesivo, fue la tónica dominante en el look de los premios "Príncipe de Asturias". Nada que ver en esta ocasión, en la que ni siquiera el protagonismo del negro y la incipiente aparición de la lluvia deslucieron los atuendos que tanto ellas como ellos eligieron con el máximo esmero.

Tal vez el hecho de la ceremonia de ayer, la primera que Felipe y Letizia presidieron como Reyes de España y, a la vez, la última en la que los galardones se entregan bajo la denominación "Príncipe de Asturias", para pasar a ser a partir de 2015 "Princesa de Asturias", dio pie a logrados alardes estilísticos como el protagonizado por Eulalia Menéndez, esposa del consejero de Sanidad del Gobierno del Principado, Faustino Blanco, que destacó con un jersey de punto y falda en animal print de la marca Edición Limitada. La periodista Gloria Lomana, acompañada por su marido, el exministro Josep Piqué, eligió un vestido de seda con flor gigante que le sentaba como un guante, todo menos aburrido. Cristina Garmendia, exministra de Ciencia y Tecnología con José Luis Rodríguez Zapatero, deslumbró, como es habitual en ella, con un vestido negro de Valentino que llevó con una cartera cluth en blanco y negro con cadena y unos estiletos también negros con detalles plateados en los tacones. Garmendia acudió acompañada por el modisto Modesto Lomba, con un llamativo chaleco que rompió los mitos acerca de la indumentaria clásica y un tanto preconcebida que siempre parece imperar entre los varones.

Y esta vez a Lomba le salió un duro rival en el empresario Pedro Luis Fernández, presidente de la Federación Asturiana de Empresarios, (FADE), que destacó al lucir como nadie una pajarita, que llevó tanto por la mañana como por la tarde, detalle que rompió la monotonía de las corbatas, por las que se decantaron la mayoría de los caballeros.

La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, alegró su outfit en negro con unos zapatos salón con la peculiar suela roja que distingue las creaciones del francés Cristian Louboutin. La exmodelo Sandra Ibarra, fiel a su originalidad en el terreno de la indumentaria, llegó al teatro con su pareja, Juan Ramón Lucas, con un minivestido de Aníbal Laguna con abundante vuelo y encaje pensado para lucir al máximo la espléndida figura de la exmaniquí.

Paloma Rocasolano, la madre de la Reina, discreta y sonriente, como siempre, apareció con un dos piezas formado por cuerpo de encaje negro y falda bicolor en blanco y negro, vestida por Felipe Varela, modisto preferido de su hija y también suyo. Los guantes negros le aportaron un indudable toque glamouroso.

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