En 1996, año en el que el equipo del neurocirujano Fernando Seijo empezó a trabajar en la estimulación cerebral profunda (ECP) en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), apenas se había hecho nada en el mundo en este campo. El asturiano fue el primero de la red de hospitales del antiguo Insalud que comenzó a implantar electrodos en el cerebro, técnica aplicada a dos grandes grupos de patología, los trastornos del movimiento causados por el párkinson y la cefalea crónica en racimos. Diecisiete años después, en el Hospital se ha intervenido a 383 pacientes, se han implantado 658 electrodos intracerebrales y realizado 3.092 registros intracerebrales. En ambas patologías, el HUCA es centro de referencia nacional, y en lo que respecta a la cefalea crónica en racimos es el segundo centro mundial con más experiencia, tras otro de Milán.

Además de Seijo, el otro facultativo que lidera esta brillante actuación médica es Julio Pascual, responsable del área de gestión clínica de Neurociencias. Tras ellos se encuentra un amplio equipo multidisciplinar. Los dos comparecieron ayer en rueda de prensa, acompañados del director médico del HUCA, Miguel Rodríguez. "Para el Hospital es un orgullo, pretendemos potenciarlo y seguir trabajando en este ámbito", afirmó el doctor Rodríguez.

Según Julio Pascual, Asturias tiene algo más de mil enfermos de párkinson, un trastorno degenerativo del sistema nervioso central que tiene tres grandes síntomas: la falta de movimiento, el temblor y la rigidez en los músculos, a los que debe añadirse el movimiento involuntario incontrolado, que responde muy bien a este tipo de cirugía. Se suele intervenir a aquellos que presentan unas determinadas características y que empiezan a ser refractarios a los fármacos, unos 25 o 30 al año, algo más de la mitad de fuera de Asturias. Los facultativos insistieron en que cada paciente tiene una valoración individual.

La técnica, muy fina, consiste en colocar un electrodo en una parte del núcleo subtalámico que hace que esa zona que, como consecuencia de la enfermedad, funciona en exceso, deje de hacerlo. Los pacientes mejoran su actividad motora hasta en un 60%, hasta el punto de que alguien que utilizaba silla de ruedas puede dejar de hacerlo, según indicó el doctor Seijo.

La cefalea crónica en racimos es, a diferencia de la migraña, una patología mucho más frecuente en varones, afecta a una de cada mil personas y brota en torno a los 30 años. La descripción, realizada por Julio Pascual, es dramática: un dolor de cabeza insoportable alrededor de un ojo que dura de dos a tres horas, que casi siempre ataca por la noche, todos los días y que es causa demostrada de suicidio.

La técnica para abordarla consiste en colocar el electrodo en el núcleo supraquiasmático dentro del hipotálamo y, en palabras del doctor Pascual, "es como si se le atontara".

El HUCA ha intervenido a 12 personas, de las que sólo la primera era de Asturias. En el mundo se han realizado 70 cirugías y sólo supera al centro asturiano un hospital de Milán, que ha hecho 19. "Estos doce pacientes estarían muertos de no haberse sometido a la intervención, porque ya no respondían a dosis altísimas de fármacos", afirma Julio Pascual. ¿Cómo están? "La mitad, prácticamente sin ningún dolor, y la otra mitad, bien, con un dolor más leve controlado por fármacos".

Los resultados de la experiencia quirúrgica, en la que, según el doctor Pascual, es fundamental la colaboración de radiología, son muy buenos: el índice de seguridad de un correcto implante de electrodo es del 95,59%, el de mortalidad por electrodo implantado es del 0%, el de morbilidad del 0,12% y el de secuelas neurológicas del 0,0043%. La técnica es cara, cada operación, que suele durar unas diez horas y requiere unas siete personas, cuesta alrededor de 38.000 euros. Se han logrado reducir el tiempo quirúrgico y la estancia.