Una buena educación no incrementa las posibilidades de considerarse pleno y feliz en la vida, afirma un estudio sobre salud mental elaborado por la Universidad de Warwick y que ha publicado el British Journal of Psychiatry. En este trabajo, los investigadores analizaron los distintos factores socioeconómicos que se relacionaban con una sensación de alto bienestar mental, como el nivel de educación o la situación financiera.

Es conocido que los bajos niveles educativos están asociados de manera destacada con cuadros de enfermedad mental, por lo que los científicos presuponían que un mayor nivel educativo podría relacionarse con el bienestar mental. Sin embargo, comprobaron que esta sensación no guardaba relación con el grado de educación recibida.

Las personas con un bienestar mental elevado logran sentirse felices y satisfechas con su vida con una frecuencia mayor que aquellos que son incapaces de gestionar de manera adecuada los problemas y desafíos diarios, especialmente aquellos que tienen que ver con la relación con los demás.

Sarah Stewart-Brown, autora principal del estudio, reconoce que los resultados pueden ser polémicos : "Esperábamos encontrar que los factores socioeconómicos que se asocian con enfermedades mentales también se correlacionasen con el bienestar mental. Y así como un bajo nivel educativo se vincula con ese tipo de enfermedades, parecía lógico pensar que un elevado nivel educativo estuviese fuertemente conectado con el bienestar mental, pero no es el caso".

Uno de los resultados sorprendentes del estudio es la detección de altos niveles de bienestar mental entre las personas afro-caribeñas, especialmente los hombres.

"Nos quedamos muy sorprendidos al encontrar que aumentan de manera sustancial las probabilidades de un alto bienestar mental entre los grupos étnicos africanos, afro-caribeños, indios y paquistaníes", indicó Stewart-Brown. Para su estudio, el equipo empleó los datos provenientes de la Encuesta de Salud de Inglaterra entre 2010 y 2011, en la que participó un total de 17.030 personas.

"Los supuestos acerca de determinantes socioeconómicos que se aplican en la planificación de programas de salud mental públicos pueden, por tanto, no ser aplicables a programas que busquen incrementar el bienestar mental", afirmó la profesora Stewart-Brown.