Para la cultura de un país supone un castigo muy importante considerar un bien de lujo acudir a un concierto, ir al cine o al teatro, comprar lectura, etcétera. Claro que lo primero es comer. Claro que primero está la salud. Pero, indudablemente, después están la educación y la cultura. Puede decirse que sin educación y sin cultura no hay persona.

Un país en donde hay que pagar el 21 por ciento de IVA cultural es un país medio bananero. Mariano Rajoy no tiene justificación, por tanto, para mantener un impuesto que llega a quintuplicar el de determinados países de nuestro entorno, y que ni tan siquiera habiéndose demostrado que durante los casi tres años que lleva en vigor la subida se hayan recaudado por ello mayores cantidades.

Con este impuesto cada Gobierno actúa como le place y al nuestro no le puede quedar más remedio que reducirlo, pues es el más alto de la zona euro. Francia, por la presión de la industria cultural del país, el pasado año lo rebajó del 7 al 5 por ciento; Grecia tiene el 9 por ciento y Portugal el 13 por ciento.

En un país como España la cultura es fundamental. Un país con la cultura limitada a las clases más favorecidas es un país de millones de borregos que siguen incondicionalmente, al carecer de criterio propio, las indicaciones del líder de turno. Cuanto más demagogo sea el dirigente, más numeroso será el rebaño.

Como Mariano Rajoy tendrá su particular sala de cine en la Moncloa, quizá no se haya enterado de que el pasado año cerraron en nuestro país 212 salas y que la recaudación se aminoró un 22 por ciento. O que los espectáculos tienen un 30 por ciento menos de asiduos parroquianos.

Ciertamente, la cultura no puede ser un pozo sin fondo en subvenciones, pero tampoco debe gravarse como un consumo de lujo. ¡Pobre amplio colectivo de jubilados! Es un bien que, sin excepción, nos hace a todos mejores ciudadanos. En un momento de crisis lo último que se debe tocar es la cultura.

Pero, por lo que parece, a nuestro presidente le importa muy poco el aspecto intelectual de sus conciudadanos. Casi mejor que no piensen por sí mismos. Es una lástima, pues, que este impuesto del IVA cultural sea tan elevado en España, las cifras y la experiencia son la prueba de que una tasa tan alta disminuya la audiencia. Es una buenísima ocasión de reducirla. Háganos caso, Presidente.