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Un camino entre pucheros

El reloj se detiene en Pesoz

El mesón As Cortes, junto al palacio de Ron, sirve comida tradicional en un edificio fiel a la arquitectura popular de casas de piedra y tejados de pizarra

El reloj se detiene en Pesoz ANA PAZ PAREDES

Todo lo que tiene el Occidente y el Suroccidente interior, que engancha, es su singularidad, su geografía única y personal tanto a nivel humano como paisajístico, es por eso que no deja de ser impresionante el recorrido que, para los amantes de las carreteras de interior y de los paisajes poco transitados, ofrece esta zona del Principado turísticamente menos conocida pero no por ello menos hermosa que otras de la región. Cada cual tiene lo suyo y aquí se imponen la sorpresa, la belleza del camino, la Asturias indómita que nos rodea y donde el que manda es el Navia, ese poderoso río que nos acompaña, empezando por abajo, desde Coaña, para continuar luego, en dirección contraria a su viaje al mar, hacia Boal, Illano, Pesoz y Grandas de Salime.

Este viaje de hoy es un descubrimiento por toda esa Asturias de pueblos con tejados de pizarra, abigarrados, con sus casas de piedra oscura, conviviendo en alturas increíbles, a veces, con viñedos; vino de la zona que poco a poco va dejando su impronta en el paladar y la memoria de quien lo prueba. Camino de Pesoz, o Pezós, según reza la toponimia, también deslumbra, en algunos lugares, la antigua opulencia de grandes casas indianas, algunas tristemente condenadas al olvido y a la ruina, mientras otras lucen rehabilitadas, algunas con fines turísticos y otras salvadas finalmente por las últimas generaciones familiares de aquellos que hace muchos años volvieron de América ya para quedarse.

Pesoz, capital del concejo del mismo nombre, es uno de esos pueblos de casas de piedra, tejados de pizarra y viñedos y emparrados por uno y otro lugar. Allí, junto al palacio de Ron, unos pasos más abajo y en un edificio que se mantiene fiel a la arquitectura popular, abrió Antonio Cachán el mesón As Cortes en 1997, edificio que ampliaría en 2002 incorporando el servicio de hotel.

En el interior del local, donde manda la madera, llaman la atención varios artículos de prensa enmarcados, escritos en LA NUEVA ESPAÑA en 1966 por el periodista Juan de Lillo: una serie que titulaba "Pesoz, la Asturias perdida".

Cuenta Cachán que en As Cortes se canta lo que hay para comer, siempre preparaciones tradicionales, y priman los productos de la zona. "Se ofrece la comida de antes, hecha con mimo, y todos los productos son de esta zona, productos de nuestra tierra. Queremos que la gente se sienta como en casa, que no miren el reloj, que disfruten de la comida sin prisas", recalca mientras su encantadora hija, Nafarea, asiente con un sonrisa a lo que afirma su padre. Así, se pueden comer, entre otras cosas, un buen pote, que se realiza con las verduras de cada temporada; huevos fritos con patatas, pimientos, chorizo y jamón; sopas viudas, careta de cerdo, botelo, morcilla dulce, roxois (chicharrones), ternera guisada o asada, lacón fresco asado al horno de leña o pitu caleya, entre otros platos.

La morcilla dulce sólo se hace aquí y es un producto que requiere mucho trabajo. El resultado, no puede ser mejor y, sin duda, singular. En postres, citar el flan de huevo y el arroz con leche.

El comedor tiene capacidad para 24 personas. Es conveniente llamar y reservar en el 985627018. Cierra el lunes por descanso.

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