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JOAN MARTÍN-ROYO | Barítono, canta mañana "Las bodas de Fígaro"

"Fígaro no es un héroe romántico, lo único que quiere es el sillón del Conde"

"El mensaje de Mozart es claro: con cultura puedes hacer la revolución"

Joan Martín-Royo, el jueves, en su camerino del Campoamor. MIKI LÓPEZ

El barítono barcelonés Joan Martín-Royo encarnará mañana en el teatro Campoamor de Oviedo al pícaro y ambicioso Fígaro en la ópera "Las bodas de Fígaro" de Mozart. La cita para el tercer título de la temporada carbayona es a las siete de la tarde.

-Papageno haciendo de Fígaro.

-No, no es así.

-Aquí le vimos la ultima vez como Papageno.

-Y antes como Masetto. Mozart, Rossini... mi repertorio. Papageno es mi rol número uno y el según Fígaro. Es un placer volver a Oviedo. Casi cada año. Me alegra. En esta ciudad y con esta compañía se trabaja maravillosamente bien. Hay un ambiente de familia. Trabajamos como un grupo de amigos que es como debe ser. Sobre todo en esta producción tan coral aunque haya cuatro protagonistas. Nadie puede tener ni una flaqueza, del primero al último son importantes. La chispa que existe entre nosotros se refleja después en el escenario y llega al público. En cada ensayo buscas cosas, encuentras detalles, hablamos con unos y otros y todo mejora.

-¿Cómo es su personaje?

-Esta producción sigue el tecto de Da Ponte basado en Beaumarchais. Aquí se acentúa más a las mujeres, a Susana, a la condesa, sobre todo Susana que en buena medida lidera la acción. Es una reivindicación del papel de la mujer que subraya el director de escena Guy Joosten. Al final Fígaro cae en su propia trampa ya que Susanna ha solucionado las cosas por sus propios derroteros y le ocurre como en aquella escena de una película de los Lumiere que el jardinero se pone perdido con su propia manguera. El personaje tiene una carga prerevolucionaria, en vísperas de la Revolución Francesa. Aún así se cambia el famosísimo monólogo de Beaumarchais contra la nobleza y la aristocracia. El cuarto acto de la ópera se transforma con un recurso fácil para saltar la censura: el discurso es contra las mujeres. Como hace también Guglielmo en "Così fan tutte" otro rol que hago a menudo. Es un momento misógino, Fígaro, pensando que Susana le engaña, suelta de todo. Fue una forma de saltarse la censura.

-Mozart no era machista.

-No, no lo creo, en absoluto, fue solo la forma de conservar la estructura original con un ligero cambio en el texto. Es también un guiño a quien conoce la obra original. Fígaro se refiere a Susanna pero se sabe de qué habla en realidad. La tensión pre revolucionaria sale muchas veces. Fígaro se enfrenta al Conde. En el "Barbero", de Rossini, la relación es de amigos aunque el Conde mantiene las distancias. Cambia todo cuando Fígaro descubre que el Conde se quiere ir a la cama con Susanna, su prometida. Hice en Francia el "Barbero" y allí acentuaban el original de Beaumarchais. El criado ayuda al noble solo por dinero. En el "Barbero" no se sabe dónde vive "Fígaro" está en la calle y en la barbería. En las "Bodas" es el mayordomo del Conde lo que le da un estatus. Es más sedentario, está ubicado en la estructura palaciega. Está educado. Lee una nota así que sabe leer. Y en el dúo de la Condesa y Susanna, en "Sull'aria", vemos que Susanna sabe escribir, aunque con dificultad ya que la Condesa revisa. Dos criados que saben leer y escribir.

-Y en Sevilla.

-Exactamente. Esto marca muy sutilmente diferencias, son personas que han accedido a una educación. En el tercer acto se nos dice que Fígaro realmente es hijo de Marcellina y Bartolo, por lo tanto de una familia burguesa. Pero no recibe la educación en ese entorno. Son cosas muy interesantes. El mensaje de Mozart es claro, con cultura puedes hacer la revolución. Con cultura puedes leer, escribir, educarte, tener ideas, protestar y revolucionarte. El acceso a libros trae esas cosas en el contexto del iluminismo, ése es el mensaje de un Mozart premasónico o ya masón, no se puede olvidar esa circunstancia. En "La Flauta mágica" el simbolismo masónico es ya abierto. En las "Bodas" son unos criados que saben leer y quizá lean el "Candide" de Voltaire.

-Un papel intenso.

-Es un personaje larguísimo. Mozart, como siempre, lo escribe fantásticamente bien. Diferencia muy bien unos personajes de otros. Maravilloso. Requiere una gran extensión vocal, con agudos y graves sin parar. Y con momentos muy líricos y muy cómicos con textos rápidos. Hay que separar, sin que se note la bisagra, un momento grave de otro de comicidad. A veces no se sabe con qué intención dice las cosas. Desafía el Conde pero siempre con dobles juegos. El Conde se queda como pensando ¿lo ha dicho o no lo ha dicho? El Conde es estúpido, Fígaro está acostumbrado a esa relación. Pero de pronto le hiere que el Conde le adelante con Susanna, casi sin enterarse. A ver si tantos años conmigo ha aprendido algo. Si piensas en Rossini ves a un tenor lírico ligero para Conde y un barítono para Fígaro. Beaumarchais dice que Fígaro tiene ocho años más que el Conde. Así se explica que le manipule con la Universidad de la calle. En Mozart eso pasa desapercibido. Pero yo me leí la trilogía de Beaumarchais y allí está. Es importante. Este crío me está ganando, piensa Fígaro.

-¿Mozart se venga con Fígaro de los margraves y otros nobles que lo humillan?

-Probablemente. O el famoso arzobispo Geronimo Colloredo. Es un servidumbre del XVIII. Soy licenciado en Historia del Arte. Recuerdo como se explicaba en la facultad el cuadro "La libertad guiando al pueblo", Delacroix. Aparecen todas las clases sociales pero el único personaje que está en línea con la figura de la libertad, con una balloneta y una chistera como la de Lincoln es el burgués. Delacroix lee perfectamente de qué va esa revolución, la burguesía es la nueva clase social. Fígaro y Susanna aspiran a esa clase. Cuando canté el "Barbero" como Fígaro en Francia nos decía el director de escena que no hay que ver a Fígaro como un héroe romántico. Cuando puede se sienta en la silla del Conde. No quiere cambiar la estructura social. No es un héroe romántico, lo único que quiere es el sillón del Conde. Oscar Wilde en "La importancia de llamarse Ernesto" dice que quienes critican a la aristocracia es porque saben que nunca van a formar parte de ella.

-¿Cuándo y dónde debutó el papel?

-En Santiago de Compostela hace nueve años. Con Sagi, una producción de Oviedo. Lo hice dos veces en el Liceo, con Lluís Pasqual. Y en el teatro de los Campos Eliseos, con Pierre Costane. Hicieron las tres de Mozart y Laponte. Cantar Fígaro en París cuenta. Casi linchan al Conde y la Condesa mientras Fígaro y Susana brindan por su nueva clase.

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