Rafa Rollón obtuvo este año en la feria de arte de Oviedo la medalla a la mejor obra, reconocimiento que lleva el nombre de Kely en recuerdo a la pintora, fallecida en diciembre de 2013. La obra de este abulense, residente en Gijón, forma parte de la exposición que con el título "Caravaggio, un sol y sombra" presentó el pasado octubre en la Galería Cornión de Gijón, una muestra inspirada en una naturaleza de ensoñaciones y ausencias.

Pero no siempre fue así. Es patente su interés en indagar con materiales y técnicas en busca de una renovación que poco a poco ha ido forjando su estilo. De aquella primera exposición en Cornión, en la que se apropiaba de cuadros de grandes maestros de la pintura para ponerles su propio sello, hasta la que presentó recientemente hay un largo camino, aunque sigue siendo fiel a esa presencia inspiradora de la historia del arte, que en este caso rinde tributo al pintor italiano Caravaggio, al que vincula su última serie pictórica. "En mi obra no hay el contraste de luces que tiene Caravaggio, pero fue un cuadro suyo el que inspiró los primeros dibujos que dieron lugar a la serie de los eidolones", porque así se llaman todos los cuadros que forman parte de esta muestra.

En los últimos años, Rollón se siente especialmente atraído por la naturaleza, aunque la suya tenga mucho de irrealidad y desemboque en una pintura tras la que se esconde esa intención que el artista cree que debe tener la pintura. "Una intención de belleza, de estética, de análisis de lo observado, de comprensión, de idea... un cuadro no es una imagen únicamente, tiene un sentido, una intención, en definitiva una idea del mundo que tiene que ser contemplada para ver cómo se hizo y por qué", comenta Rollón.

Las sombras, que lo acercan a Caravaggio, las que ya los griegos denominaban "eiolodon", son en su caso algo que "está latente, aparece y desaparece", como se aprecie en el cuadro ganador. "La parte de naturaleza no está hecha con volumen, lo que hay son fogonazos de sombras que están recreándose en espacios muy próximos pero no de perspectiva, hablan de naturaleza, de lo efímero", de todas esas cosas que están junto al color en la base de su pintura. A Rollón le sorprenden a veces las tonalidades de sus propias obras, "las diferencias de color, de forma, de textura existentes entre ellas a pesar de formar parte de una misma serie", y está orgulloso de "esa capacidad de interpretar un cuadro como independiente", porque con ello observa cierto dominio técnico.