-¿Quién quiere venir a escuchar música al escenario?

Cuando el joven maestro gallego Diego García Rodríguez hizo esta pregunta, poco antes de que la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) comenzará a interpretar "El carnaval de los animales", de Camille Saint-Saëns, en el auditorio de Oviedo, decenas de niños y niñas abandonaron sus butacas para subirse al escenario. Diego García, que dirigió con brío y maestría a una orquesta volcada con el programa y su público, les pidió silencio y, tomando la batuta, fue explicando y dirigiendo los 14 movimientos de la obra que Saint-Saëns compuso para sus amigos con motivo del día de Carnaval. En ella aparecen descritos con música el león, las gallinas y los gallos, los asnos salvajes, las tortugas, el elefante, los canguros, el acuario, los personajes con largas orejas, el cucú, el aviario, los pianistas, los fósiles y el cisne, con un apoteósico final. Una obra que se ha convertido en la más popular del compositor francés pese a que no quiso que se editara hasta después de su muerte.

No debe ser fácil programar, interpretar y dirigir un concierto de 90 minutos en el que gran parte del público son niños y niñas menores de 10 años y la gran mayoría de entre 3 y 6, precisamente el día que llegan los Reyes Magos. Para los pequeños tampoco ha de resultar sencillo mantener la atención. Sin embargo, con la ayuda de padres y abuelos, y el buen hacer del director y la orquesta, se logró que las protestas de algunos, los llantos o algún que otro portazo, apenas influyeran en el resultado. El final del concierto fue una fiesta. "¡Que los Reyes os traigan muchas cosas y sobre todo mucha música!", les deseó Diego García.

La orquesta eligió un programa compuesto por cuatro obras que forman parte de la tradición de los cuentos y las fábulas, muy apropiadas para la época navideña y bien relatadas por el maestro. La obertura de "Hansel y Gretel" de Engelbert Humperdinck, ópera con la que el propio Diego García debutó este mismo año en el Teatro Real de Madrid, basada en el popular cuento de los hermanos Grimm, abrió el concierto.

La suite de "El Cascanueces", todo un clásico de la Navidad, un cuento de hadas compuesto para ballet por Chaikovski, estuvo no sólo magníficamente interpretada sino muy bien contado. La historia de Clara que sueña con recibir como regalo de Navidad un cascanueces - "entonces eran unos muñecos con una palanca en la boca, no como los de ahora", decía Diego García-, su sueño debajo del árbol, el sonido especial de la celesta, el instrumento solista en la "danza del hada de azúcar", captó la atención del público pequeño. Algunos bailaban en la interpretación del "Vals de las flores", otros dirigían, imitando al maestro, había quien simulaba tocar el piano en la espalda de su padre.

La obertura de "Guillermo Tell", la última ópera compuesta por Rossini, que cuenta la historia de un valiente héroe suizo, sirvió para acercar a los niños y niñas el sonido del violonchelo.

Fueron tres cuentos musicales que precedieron a la obra final, la ya citada "El carnaval de los animales", con gran protagonismo del piano. Serguei Bezrodny y Patxi Aizpiri tocaron los dos instrumentos que fue necesario trasladar al escenario. Bezrodny incluso invitó a una de la las niñas que habían subido al escenario a sentarse junto a él.

Historias contadas con instrumentos. Un concierto matinal que, como decía una de las asistentes, "te alegra el día".

"¿Te gustó?", le preguntaba un adulto con edad de abuelo a una niña de cinco o seis años. "Sí, pero no vi el cuco. ¿Tu lo viste?", respondió la pequeña.