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Angulema reconoce al gran Hermann

El Festival del Cómic francés concede su gran premio al indiscutible maestro belga de las series "Comanche", "Jeremiah" y "Las torres de Bois-Maurais"

Hermann Huppen, en el Antiguo Instituto Jovellanos de Gijón en 2011. ÁNGEL GONZÁLEZ

No fue mujer, fue Hermann. El gran premio del Festival del Cómic de Angulema recayó en el maestro belga Hermann Huppen (Lieja, 1938), de quien el Salón del Cómic del Principado de Asturias se acordó antes y más: tiene tres "Haxtur" (mejor historieta larga en 1992, mejor dibujo en 2001 y Autor que amamos más exposición en Gijón en 2011). Se impuso al mitificado guionista británico Alan Moore ("V de Vendetta", "Watchmen", "La liga de los hombres extraordinarios") y a Claire Wendling, una notable ilustradora animalista de 48 años, que entró en los finalistas después del diluvio de críticas por la ausencia de mujeres en el palmarés y la selección del Salón de Francia.

Hermann es un creador indiscutible e incansable, muy editado en España, con medio siglo de trayectoria y una continua evolución. Su primera serie fue el aventurero "Bernard Prince" (de 1969 a 1980), que combinó con "Comanche", un western escrito con los valores de los años setenta, con protagonista femenina, visión proindia y álbumes excepcionales como "La revuelta del hambre". Los guiones de ambas series eran de Greg.

Al borde de los años ochenta inició su carrera como autor completo con "Jeremiah", una historia posnuclear que parece un western futurista y que mantiene viva 33 tomos después.

A partir de 1984 abrió la serie "Las torres de Bois-Maury", ("que son las más altas de las Cristiandad"), un friso altomedieval europeo que va contando en 15 volúmenes historias del caballero Aymar de Bois-Maury, su entorno y sus descendientes.

Con guiones propios, de su hijo Yves H. y de otros autores, publica historias, mayoritariamente violentas y policiacas independientes en todo tipo de ambientaciones. En los últimos veinte años ha cambiado su técnica, dejado su pincel suelto y agresivo, luego pluma, para usar pincel japonés con un coloreado directo pictórico, complejísimo, único, sensual, muy sensible a la luz y que no le resta nada de fuerza a su estilo de un realismo algo grotesco y un dinamismo extremo.

El dibujante ha saludado su premio saliendo al paso de las críticas de feministas al festival con una declaración respecto a las mujeres de sus cómics: "Nunca he dibujado 'bimbos' en mis historias". Cierto. Su canon femenino y su estilo hacen que sus mujeres, de todas las edades, no sean convencionales, ni en sus actitudes ni en sus rasgos.

Hermann quiso ser ebanista y fue un cuñado quien le metió en los cómics, con un guión de su suegro para una revista de boy-scouts, según fue contando en sus visitas a Gijón de 2000 y 2011 este autodidacta que aprendió a hablar español en Canadá.

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