"Las cruces del Reino de Asturias eran de altísima calidad, rivalizaban e incluso superaban a las carolingias". Así lo expuso, ayer, Lorenzo Arias, profesor de Historia del Arte de la Universidad de Oviedo, que cerró en el Museo Arqueológico el ciclo de conferencias sobre los 30 años de la inclusión del Prerrománico en la lista de Patrimonio Mundial. Habló de los "Tesoros y símbolos del Reino de Asturias, orfebrería altomedieval".

Tras hablar del crismón, primer símbolo cristiano elegido por el emperador Constantino cuando abrazó la religión cristiana en el año 312, se centró en el símbolo de la cruz, cuya presencia se remonta a la época de Constantino. El crismón, como anagrama del catolicismo, con las letras x y p cruzadas, le sirvió para introducir el recorrido por las cruces del Reino de Asturias, que "beben de aquella esencia", dijo. Se refirió en primer lugar a la Cruz de los Ángeles, una donación de Alfonso II, en el 808. "Seguramente estaría en la iglesia del Salvador, construida por Fruela y reconstruida después por Alfonso II". Es la primera donación que conocemos de un rey a la Iglesia del Salvador, sin embargo, no se refleja en su testamento. Para el historiador, tras la cruz hay un trasfondo histórico, "el proceso de consolidación política e ideológica del Reino de Asturias". "Es evidente que esta cruz, con una calidad que supera las carolingias y otras del centro de Europa, está sugiriendo la presencia de un poder muy fuerte detrás".

Habló también el experto del valor apotropaico de la Cruz de los Ángeles y de la Cruz de la Victoria, es decir, de su concepción como símbolos de protección del piadoso frente al enemigo. "La cruz es el símbolo con el que se va a vencer al Islam, era el emblema de la guerra justa y se reviste de gemas al modo constantiniano". En ese repaso a los tesoros del Reino de Asturias incluyó, además de las cruces, la Caja de las Ágatas y la Cruz de Santiago, desaparecida en 1906 y muy similar a la Cruz de los Ángeles. Datada en el 874, fue un regalo de Alfonso III a la sede regia de Santiago. De la Asturias trasmontana citó la Cruz de Peñalba, de Astorga, y la caja relicario, donada a Astorga por los hijos de Alfonso III.

"No tenemos referencias de que existieran otras cruces", dijo, "porque las otras que conocemos son ya del entorno del Reino de Asturias". Todas consolidan, a su juicio, la idea de que la cruz revestida de piedras preciosas es una de las joyas por excelencia de la cristiandad para hacer frente al adversario. Al margen de las de orfebrería citó otras como la de Santullano, pintada con gemas preciosas que imitan a las reales.

Tras destacar su carácter como relicario, con cajitas correderas en los brazos que contenían reliquias del leño de Cristo, Arias calificó los símbolos del Reino de Asturias de "joyas excelentes, de altísimo nivel, sin parangón en cuanto a técnica y elaboración", y de una repercusión política y teológica equiparable a otras cruces altomedievales en Europa.