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Un dormitorio para el pequeño Fauntleroy

El estilo inglés aplicado a cuartos juveniles, profuso en el uso de tejidos tartán en paredes y tapicerías, muebles de cerezo y mucho rojo y verde, renueva su vigencia

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Tartán en paredes y tapicerías, muebles de cerezo, maletas de cuero viejo, libros encuadernados con primor, lámparas de forja, algún juguete y, por supuesto, un osito de peluche son algunas de las claves del estilo inglés para los cuartos juveniles.

El mismísimo pequeño lord Fauntleroy, protagonista de la novela infantil de Frances Hodgson Burnett, estaría encantado con un dormitorio ausente de las cursilerías en las que últimamente in­curre la decoración destinada a los más pequeños.

Organizar un cuarto "british" para los niños es fácil y no demasiado costoso si se echa mano de la creatividad y se rebuscan piezas en los lugares más recónditos. No hacen falta muchos muebles, pero sí de calidad. Para el cabecero merece la pena optar por un tapizado en cuadros escoceses rojos y verdes. Resulta confortable y duradero si el tejido es de cierta calidad.

Otro elemento clave es el escritorio o mesa de estudio. Lo ideal es rescatar alguna pieza de anticuario. Como no siempre es posible, se puede acudir a un carpintero de confianza, que le aporte incluso esa encantadora pátina que sólo da el paso del tiempo.

Y al pensar en los cuadros escoceses viene a la mente, de forma inevitable, alguna pieza textil que proporcione calor, como una manta o una colcha. El rojo y negro típicos cruzados con líneas estrechas amarillas, blancas o verdes han ampliado su espectro a otros tonos poderosos como el rosa, el amarillo o el azul turquesa. Las telas estampadas con cuadros de este tipo se asocian a ambientes cálidos, donde la madera juega un papel fundamental. Así que habrá que utilizarla en el suelo, junto a una buena alfombra de ­lana.

Emplear el tartán para tapizar paredes quizá resulte algo agobiante, pero imprimirá carácter a un dormitorio destinado a durar, al menos, tanto como su propietario tarde en abandonar el nido.

Descuidado y elegante. El encanto de los azules y los cremas, ligados a un aparente descuido que no lo es, sienta las bases del renovado estilo clásico que, ligado al shabby chic, es una estupenda alternativa para las habitaciones de los más pequeños. Las literas vuelven locos a los niños, que de ese modo no ponen demasiadas pegas a la idea de tener que compartir habitación con algún hermano. Y es que si shabby quiere decir descuidado, chic significa elegante. La clave de esa forma de decorar estriba en que las piezas viejas luzcan con más encanto que las nuevas. Destaca la presencia de elementos naturales, textiles ligeros, flores, rayas y estampados alegres. A este tipo de decoración le va bien la paleta de los pasteles: rosa, verde agua, turquesa, beige, ceniza, avena y, por supuesto, el blanco, que reina sobre todos ellos. Los adornos orientales y los motivos cachemir también tienen cabida en esta tendencia, aunque no son lo más apropiado para configurar una atmósfera infantil. Es importante que los colores se adapten de forma armoniosa al conjunto general, mezclando motivos y tonos para alcanzar la atmósfera shabby. Luego, lo ideal es que cada uno aporte su toque personal.

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