Viernes de Dolores en el Auditorio de Oviedo en un concierto excepcional: "El sueño de Geroncio", de Elgar. Bajo la batuta del maestro Rossen Milanov formaron la OSPA, el coro de la Fundación Princesa de Asturias y tres solistas: Allison Cook, mezzo; Zach Borichevsky, tenor y Nathan Berg, bajo. De la agonía a la parusía el oratorio -siempre se dice que no es un oratorio para acabar juzgándolo en esos términos- sigue un poema del cardenal Newman, un gigante del misticismo, desde el Movimiento de Oxford. Cuatro minutos y 27 segundos de ovaciones aunque, la verdad, la obra más que a encendidos aplausos invita a ondas reflexiones. La velada, presentada bajo el epígrafe de concierto extraordinario de Semana Santa, estaba patrocinada por LA NUEVA ESPAÑA.

Desde los primeros compases, tras un breve tramo a modo de obertura, el tenor, en el papel de Geroncio, destacó por sus voz clara y adecuada. Geroncio es Gerontius en latín, así que mejor sería traducirlo por Geronte, como a veces se hace, estableciendo una cita muy clara del barquero Caronte y su laguna Estigia, ruta del inframundo.

Kyrie para el coro, encarnando a los que rodean el lecho de muerte de Geroncio y primer gran momento de los esforzados de la Fundación. Newman pasa del anglicanismo al catolicismo. El tránsito del alma que muestra su poema tiene mucho de esa transfiguración personal. Fue muy controvertido en su día. También cuando Elgar escribió el oratorio o cantata dramática según los criterios. El bajo -"¡Ve adelante, alma cristiana, en tu camino!"- cerró muy bien la primera parte.

Tras el descanso, la mezzo, como ángel, canta "Mi trabajo ya está hecho". Excelente. Y se suceden los corales y los roles, siempre con una fina espiritualidad del texto y la música, hasta un final que redime por la gracia de Dios y la bondad humana: teología en un pentagrama maravilloso.