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Aquellas malas y entretenidas películas

El festival gijonés "Peor... ¡Imposible!" recordará en su decimoctava edición la muerte de los viejos cines en las ciudades y sus programas de sesión doble

Por la izquierda, Jesús Parrado, Fernández Rebollos, Víctor Guillot, Jesús Palacios, Ángel Alonso y Ángel de la Calle, ayer, en el Centro Antiguo Instituto, en Gijón. LUCÍA VÁZQUEZ

Es una de las citas cinematográficas más raras de España: aquí no se proyectan obras maestras, prodigios estilísticos, esa película que crítica e historiadores han asentado en una de las páginas del canon. Al contrario, los organizadores de "Peor... ¡Imposible!", el insólito certamen que se viene organizando durante el verano gijonés desde hace dieciocho años, se ufanan de una programación en la que sobresalen títulos de serie B a los que casi nadie ve el menor interés, salvo como pura arqueología del entretenimiento popular. Son filmes de bajo presupuesto, que se rodaron sin otra pretensión que rellenar las horas y el ocio barato de los cines de sesión doble.

La próxima edición de este encuentro que coordina Jesús Parrado, y que se celebrará del 29 de agosto al 4 de septiembre próximos, tiene ya asunto: la desaparición de los viejos cines del centro de las ciudades, con un recuerdo especial a salas gijonesas como el Roma o el Albéniz. Y con una selección de cintas que apenas ya nadie recuerda, pero que eran el meollo de aquellos locales de sesión continua, doble o de reestreno. De "Tarzán 66" a "Superman contra la banda negra", por dar dos de los títulos que recupera "Peor... ¡Imposible!" para celebrar su mayoría de edad.

"Este año vamos a hacer un recorrido por el cine, a lo largo de los últimos cuarenta años, y su relación con el público: desde el cine de barrio al cine digital", explicó ayer Parrado en la presentación de la decimoctava edición de "Peor... ¡Imposible!". Estuvo acompañado por José Luis Fernández Rebollos y Ángel Alonso, dos personas que han tenido responsabilidades en distintas etapas del que hoy es Festival Internacional de Cine de Gijón, así como por el escritor y crítico Jesús Palacios; el dibujante y director de contenidos de la "Semana negra", Ángel de la Calle, y el director del Centro de Interpretación del Cine Asturiano (CICA), Víctor Guillot.

Para Ángel Alonso, el "declive" de la exhibición de filmes en las salas convencionales comenzó en la década de los ochenta: "Empieza su muerte como espectáculo público". Y se preguntó: "¿Por qué?". Para Fernández Rebollos, esa mutación está estrechamente relacionada con la aparición de nuevas tecnologías que han permitido al espectador ver las películas en su casa: "Así fuimos quedándonos sin salas".

"Ese homenaje a las viejas salas es merecido; las tengo en el recuerdo, pero sin nostalgia, porque también está bien que puedas ver películas en tu casa", indicó De la Calle. Para Jesús Palacios, el vídeo y las cadenas privadas de TV fueron el origen de la liquidación de los viejos cines, salas que, según subrayó, han jugado un muy importante "papel sociocultural". "Ahora está por ver a qué pantalla nos va a llevar todo esto", añadió, en referencia a las sucesivas revoluciones tecnológicas. A su juicio, sería interesante ver si la desaparición de esos locales ha supuesto también la muerte de un cierto tipo de cine popular y cómo los héroes han devenido en superhéroes. "Las salas se desplazan hacia la periferia y surgen otras pantallas, pero habrá salas de cine", afirmó Guillot. Éste ve en las millonarias inversiones de las grandes productoras la prueba de que hay interés en preservar el rito de ir al cine.

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