El pintor Miguel Galano (Tapia de Casariego, 1956) cumplió 60 años esta semana y ayer recibió el premio "Asturiano del mes" de junio de LA NUEVA ESPAÑA como el mejor anuncio de que comienza "la mejor década" de su vida. El artista, arropado por familiares y amigos en el acto de entrega, celebrado en la redacción central del periódico en Oviedo, comentó con humor que en esta nueva edad espera que su trabajo pictórico "cruce el Pajares" e, incluso, llegue más allá: "A ver si subimos al Everest". En junio pasado, Galano protagonizó una deslumbrante exposición en Gijón y fue objeto de una monografía sobre toda su obra, escrita por Juan Manuel Bonet, director del Instituto Cervantes en París, exdirector del Museo Reina Sofía y uno de los críticos de referencia en España. Por estos motivos, sustentados en una trayectoria pictórica tan personal como excepcional, Galano se hizo acreedor del "Asturiano del mes".

La entrega del galardón se convirtió en una lección magistral sobre su personal arte pictórico. No parece Galano dado a la exhibición social y, como en su obra, prefiere el tono discreto, la mesura del gris. Pero en la comida posterior se destapó y mostró un discurso bien armado que refleja la intensidad con la que concibe su oficio y sus cuadros. Casi todos los lienzos, indicó, se apoyan en una fotografía (ahora digital) del lugar pintado, pero nacen y se sustentan en una fotografía mental, fruto de una larga contemplación, imprescindible en un proceso donde cada paisaje es un autorretrato. "Pinto las 24 horas con la cabeza".

De este carácter intenso y a la vez despojado de la pintura de un artista que ha reflejado como nadie el alma del paisaje del occidente de Asturias, habló Isidoro Nicieza, director general de LA NUEVA ESPAÑA y director general de Contenidos de Prensa Ibérica Media, grupo al que pertenece este diario. Antes de entregarle la estela de bronce de Legazpi, símbolo del premio, Nicieza elogió la pintura de Galano, "que nunca deja indiferente y causa siempre una quietud inquietante". También subrayó cómo, gracias a esta voz pictórica tan personal que busca desatar "un temblor" en el espectador, Galano ha logrado retratar no sólo la esencia del Occidente, también de todos los paisajes por los que pasó su pincel. Nicieza incidió en un curioso proceso operado por su pintura: ha conseguido que Galano deje de ser un apellido y se convierta en una característica sustantiva de algunos paisajes que parecen imitar al arte: "Esto es galano".

El pintor tapiego estuvo acompañado por su hija Manuela, su pareja, Marta Paniagua, y lo que él definió como su "pequeña familia artística", los creadores Cuco Suárez y Javier Victorero y el periodista y poeta Ceferino Montañés. Por parte de LA NUEVA ESPAÑA, asistieron, junto con Isidoro Nicieza, la directora del diario, Ángeles Rivero Velasco, y el exdirector Melchor Fernández Díaz. Además de la escultura de Legazpi que simboliza el premio, Galano recibió algo que le hizo especial ilusión: una caricatura de Pablo García, el dibujante del periódico, que en esta ocasión tenía un toque... muy galano.

El artista tapiego, tal y como afirmó, pinta 24 horas en su cabeza. ¿Pero cuánto tarda en completar un cuadro? Ésa fue la pregunta que un día le hizo Pedro de Silva para el proceso de redacción de un catálogo, acaso llevado por esa sensación de que los lienzos de Galano flotan siempre en un lugar sin tiempo, nebuloso. No es algo que se pueda medir con un reloj, indicó ayer el pintor. Lo importante es encontrar "una pulsión", dar con "la pegada", mirar la realidad "hasta que el cuadro ya viene solo". A ese proceso de búsqueda y contemplación previo a la primera huella sobre el lienzo, Galano lo llama "salir de caza".

La pincelada, estrictamente hablando, en ocasiones no lleva mucho tiempo. Como anécdota, contó que tituló un cuadro "Cinco fados", que es el tiempo que tardó en pintarlo: los 12 minutos aproximadamente que duraron los cinco fados que escuchó mientras tanto. La música es, en ocasiones, su compañera en el taller, donde siempre está feliz, según reconocieron su hija y su pareja. Fados, jazz y tarantela napolitana, precisó su amigo Cuco Suárez. Los dos, en aparentes extremos opuestos de la creación artística pero con enorme sintonía en lo personal, comparten el mismo gusto musical. Y algunas claves curiosas al respecto. Cuando Galano le enseña a Cuco Suárez algún cuadro que no le convence del todo, éste le dice: "Creo que le falta un fado".