Nada mejor que el entusiasta "Himno de la alegría" para poner banda sonora en Oviedo a una intensa jornada para los Reyes de España. Por la mañana, Felipe VI recibió en Madrid la lista de políticos con los que se entrevistará para intentar desfacer el entuerto político. Y a las seis y media aterrizó en Asturias junto a la Reina Letizia para abrir los actos institucionales de la 36.ª edición de los premios "Princesa de Asturias". Los Monarcas representarán hoy un año más a su hija Leonor, a quien todavía no quieren cargar con menuda responsabilidad. El año pasado, la Reina llegó con retraso porque, cinefilia obliga, asistió a un coloquio que protagonizó en Gijón Francis Ford Coppola.

Del avión al Auditorio para escuchar la Novena Sinfonía de Beethoven interpretada por la Orquesta Sinfónica del Principado y el Coro de la Fundación Princesa de Asturias. La mayoría de los 1.500 asistentes recibió a la pareja real en pie y con una prolongada ovación que se repitió luego, en versión mini, tras sonar el himno nacional. Sorprendió la casi total ausencia de teléfonos móviles en alto inmortalizando el momento. Los únicos flashes que crepitaban en el interior procedían de los reporteros gráficos.

La Reina tiene fama de no disimular su estado de ánimo. Transparente. Ayer parecía feliz y la sonrisa lo resumía todo. Estaba en su tierra. Se notó especialmente al término del concierto, cuando la pareja real, que subió al escenario a saludar a los músicos, se acercó al público para estrechar manos. La Reina acarició la mejilla a una niña que la miraba embelesada.

No todo fueron aplausos. A la entrada forcejeaban con el infatigable sonido de las gaitas gritos de protesta con reivindicaciones laborales, rimas con leyendas mordaces contra políticos y financieros, y el etiquetado de "fartones" para escoltar a los que iban llegando, conocidos o no. Mucho escolta. Mucho pinganillo. Mucho músculo de acero y muchos ojos penetrantes en busca de posibles amenazas.

Antes de que reinaran las siete de la tarde (a media hora del concierto), la directora de la Fundación, Teresa Sanjurjo, ya esperaba a pie firme junto a la entrada para recibir a las autoridades. A pesar de no ir muy abrigada frente a la temperatura en descenso, con amago de orbayu incluido, Sanjurjo -el saber estar personificado- no se dejó intimidar.

-¿No tiene frío?

-Ya no tengo calor, ni frío, ni hambre, ni dolor de pies. La adrenalina acaba con todo.

Su capacidad de resistencia se extiende incluso a su teléfono móvil: se le escapó de las manos y aterrizó en las baldosas de la (todavía) plaza de la Gesta, pero el aparato salió indemne. Prohibido abdicar de sus funciones en un día así.

El desfile de políticos no se hizo esperar. Veamos. El presidente del Principado, Javier Fernández; el alcalde de Oviedo, Wenceslao López, y el presidente de la Junta del Principado, Pedro José Sanjurjo. El delegado del Gobierno, Gabino de Lorenzo, inspiración para algunos manifestantes. Y el presidente de la Fundación, Matías Rodríguez Inciarte, que luego ofreció a los Monarcas una cena en su honor.

Los Reyes entraron en el Auditorio con puntualidad. Ella se desprendió de la capa que llevaba, y tras saludar ambos a la fila de las autoridades que esperaba más allá de los tensos arcos de seguridad se detuvieron unos instantes a bastante distancia de la barrera de fotógrafos que suplicaban que se acercaran más.

"¡Vámonos, en dos grupos!", ordenó un miembro de seguridad a la prensa gráfica para que le siguiera escaleras arriba y tomara posiciones alrededor del palco reservado a los Reyes, sonrientes mientras saludaban bajo un orbayu de flashes que hoy será lluvia a las 18.30 horas en el teatro Campoamor con la ceremonia de entrega. No estará el ex primer ministro francés y presidente de la Cumbre de París sobre el Cambio Climático, Laurent Fabius. La que no fallará es la Reina Sofía en su palco.

No todo fueron alegrías en el Auditorio a pesar del himno beethoviano. Ya empezado el concierto, a las puertas mostraban su tristeza algunos invitados que habían llegado tarde por poco y se quedaron compuestos y sin Novena.