La feronomas, esas señales químicas olorosas, no tienen nada que ver en la atracción sexual humana. Esa es la conclusión a la que ha llegado un grupo de científicos de la Universidad de Australia Occidental y que acaban de publicar en Royal Society Open Science. Este estudio echa por tierra la validez de la teoría de que nuestra pituitaria activaría nuestra sexualidad ante la presencia de determinados compuestos químicos y, por tanto, la utilidad real de algunas "pociones de amor" convertidas en perfumes que contienen feromonas y que, en realidad, incluyen feromonas de cerdo, tal y como publicó Scientific American.

El estudio que echa por tierra la teoría de las feromonas en los humanos, adelantado por la revista Quartz, no descarta en absoluto la obviedad de que el ser humano es sensible al mal olor de otras personas o que hay olores atractivos que, por la gran vinculación que hay entre el aroma y la memoria, puedan provocar la atracción entre dos personas.

Lo que subraya es que aún no queda claro si las sustancias químicas que nuestros cuerpos producen tienen un papel a la hora de señalar o atraer potenciales compañeros de cama. Los científicos de la Universidad de Australia Occidental hicieron la prueba con casi 100 hombres y mujeres heterosexuales para ver hasta qué punto cuando se les sometía a la influencia de determinadas sustancias, su nivel de deseo se elevaba. A los sujetos del estudio se les mostró imágenes digitales de personas del sexo opuesto mientras los científicos vaporizaban, para el caso de las mujeres, la habitación con androstadienona, un esteroide encontrado en los fluidos corporales masculinos. Cuando el sujeto a prueba era un hombre, llenaban la habitación con estratetraenol, un esteroide encontrado en las mujeres. Ninguno de estos esteroides realmente huele a nada. Pero se trataba de comprobar si era verdad la teoría de que nuestros cerebros procesan estas sustancias químicas en un nivel subconsciente y nos empujan sexualmente hacia una persona u otra.

Lo que los científicos australianos encontraron es que nada de nada. Esos productos químicos no hacían que los participantes encontrasen las imágenes que estaban viendo más atractivas ni exhibieron ninguna propensión a tener un escarceo sexual con esos sujetos. Los autores del trabajo no renuncian a la idea de que haya otras sustancias químicas que sean importantes a la hora de elegir a nuestro compañeros de cama, pero esas no parecen ser las feromonas. "En los seres humanos", escriben, "las evaluaciones del sexo o la calidad del compañero implican procesos cognitivos relativamente complejos".