Pocas veces se ve en el Auditorio de Oviedo una ovación tan intensa como la que ayer recibió el tenor Piotr Beczala. Los vítores al intérprete se sucedían detrás de cada aria. Especialmente impactantes fueron "Pourquoi me réveiller", de "Werther", "La fleur que tu m'avais jetée", de "Carmen", y "Nessun dorma", de "Turandot".

El recital de Piotr Beczala era una de las citas más esperadas de la presente temporada de "Los Conciertos del Auditorio", ciclo patrocinado por LA NUEVA ESPAÑA, que ya entra en su recta final.

El tenor polaco apareció sobre el escenario sonriente y su energía y presencia escénica se dejaron sentir desde ese mismo momento. El programa recogía arias del repertorio francés e italiano del siglo XIX; una serie de grandes éxitos, que se adaptan a la perfección a sus particularidades vocales. El recital, que ganó al término en emotividad, será de los que dejan huella entre los asistentes.

"Werther" es uno de los títulos de Beczala que llevan más años en su repertorio, y eso se reflejó en la seguridad con la que abordó el personaje. Con "Pourquoi me réveiller" llegó el primer clímax de la jornada.

El director titular de Oviedo Filarmonía, Marzio Conti, que siempre acierta en el manejo de la orquesta en este tipo de recitales, supo acompañar a Beczala en todo momento, y estuvo pendiente de él especialmente en Donizetti. La obertura de "I vespri siciliani" y el preludio de la ópera "Carmen" sirvieron para introducir cada una de las partes del recital, de un modo solemne la primera, y con un sentido muy lírico en la conocidísima partitura de Georges Bizet.

El coro de la Ópera de Oviedo, a pesar de que no participó en todos los números, sí estuvo muy presente, y destacó especialmente en su interpretación del "Va pensiero" de Verdi, que fue muy aplaudida.

La última obra que Beczala cantó dentro del programa fue "Nessun dorma". Enormemente ovacionada por el Auditorio al completo, supuso el colofón a un recital lleno de arias de repertorio que hizo las delicias de los aficionados a la ópera.

Fueron tres propinas las que cerraron esta jornada memorable: el Adiós de Cavaradossi, de Puccini, un aria de la opereta "Giuditta", de Lehár, y la canción "Core' ngrato".