El anillo de girasol. El coche. La sangre.

El anillo de Angie. Su coche. Su sangre.

Aparece un cadáver en una obra abandonada de una discoteca. Asesinato. El agente especial Will Trent y el Georgia Bureau of Investigation inician la investigación de un caso que pronto se hace más complejo de lo que parecía: la víctima es un ex policía reconvertido en un detective privada. La autopsia de la forense Sara Linto -pareja de Will, ojo al dato- revela un dato desconcertante: la gran cantidad de sangre hallada junto al cuerpo no es del muerto, y su rastro deja claro que hay una segunda víctima, una mujer desaparecida cuya vida, a la vista de la sangrienta estela dejada, corre peligro si no la encuentran antes de que sea demasiado tarde.

Pero ahí no terminan los motivos para la inquietud: el lugar de los hechos es propiedad de un poderoso y millonario jugador de baloncesto con una potente agenda de contactos influyentes y al que Trent conoce demasiado bien: intentó llevarle a prisión por un caso de violación pero fracasó. Ahí no queda la cosa, impacientes lectores: las pruebas del crimen se relacionan peligrosamente con el pasado lleno de sombras de Trent. Y es que la sangre podría pertenecer a su ex mujer. Menuda tormenta perfecta se prepara.

La mujer oculta vuelve a demostrar la habilidad consumada que Karin Slaughter había dejado patente en Flores cortadas para llevar a sus lectores por una montaña rusa de emociones fuertes, sobre todo cuando se trata de entrar en detalles escabrosos que la autora no omite y que a veces obliga a tragar saliva o saltarse líneas. Una autora que empieza a tener el (re)conocimiento que merece en España. Su novela se enfrenta al siempre complicado reto de una investigación contrarreloj y para eso se necesita un dominio del ritmo sin vacilaciones ni desmayos. Y Slaughter domina el metrónomo narrativo a la perfección, frenando cuando hace falta y acelerando cuando la acción lo exige. Aunque pertenece a una serie de novelas con los mismos personajes la autora da la información imprescindible para no sentirse perdidos o mal guiados a lo largo de sus más de 300 páginas. Y como domina su oficio, Slaughter arranca con una de esas andanadas de tensión extrafuerte que dejan al lector con ganas de más.

Primera lección de cualquier "thriller" digno de atención: atrápame desde el principio y no me pongas las cosas fáciles para desinteresarme. Luego se necesitan otros elementos para que la novela no solo atrape sino que perdure en el recuerdo más allá del entretenimiento agradable: unos personajes sólidos y creíbles alejados del estereotipo (las compañeras de trabajo de Trent, su ex esposa, realmente potente con su personalidad lacerante) y un estilo que, sin pretender ser laboriosamente literario, sea preciso, envolvente y bien construido. Los seguidores de este tipo de novelas sabemos que algo así no abunda y que hay mucho listo que nos toma por tontos.

Slaughter no es de las que minusvaloran a sus lectores con trampas de saldo o giros bruscos con los que desorientar al lector despreciando la coherencia. Sus sorpresas son las justas y necesarias para dar alguna que otra sacudida a la historia sin marearla ni corromperla.