Oviedo, Andrea G. TORRES

El concierto de la OSPA anoche en Oviedo comenzó con las "Tres pinturas velazqueñas", de Jesús Torres, obra ganadora en el Concurso de 2015 de la Asociación de Orquestas sinfónicas (AEOS). Resultó una obra muy efectista que explora mucho la sonoridad, es atractiva al oído y resulta muy explícita a la hora de describir los cuadros.

El solista invitado para este penúltimo concierto de abono de la OSPA fue el joven pianista Nicolai Lugansky. Formado en Moscú y alabado por la crítica internacional gracias a sus interpretaciones de Prokofiev, ha seducido también a diversas casas discográficas que apuestan por sus interpretaciones. Ayer ofreció en Oviedo "El emperador", el Concierto nº5 de Beethoven, una de las obras cumbre del repertorio para piano solista.

Lugansky fue muy brillante técnicamente y tenía un sonido casi aterciopelado en los pasajes más delicados. La orquesta lo acompañó muy bien arropándolo en todo momento.

La primera sinfonía de Shostakovich (op.10) puso fin al concierto, en ella se perfila la sátira que acompañaría al soviético en todo su catálogo. La OSPA y Milanov supieron extraer el lado dramático de la composición pero también la viveza y el dinamismo de algunos pasajes. Pudo verse una sección de cuerda muy densa en cuanto a sonoridad, que se hizo extensible al viento.