"Escribo con mi memoria", aseguró el escritor y académico Arturo Pérez-Reverte, cuya última novela, la segunda que protagoniza el espía Lorenzo Falcó, transcurre en el Tánger de 1937, una historia en "blanco y negro" de un autor para el que la actualidad es "tan vulgar" que huye de ella.

"Eva", editada por Alfaguara, llegó hoy a las librerías españolas y en los próximos meses se pondrá a la venta en los países latinoamericanos, una novela en la que su protagonista, Lorenzo Falcó, viaja a Tánger, una ciudad "peligrosa y fascinante" en los años treinta y en la que Pérez-Reverte presentó su obra.

En un recorrido por los escenarios en los que transcurre esta novela de espías, Pérez-Reverte (Cartagena, España, 1951) recordó cómo era esa ciudad con estatus internacional y en la que había "tráficos de todo tipo": "cada escena de 'Eva' está basada en lugares reales", aseguró el autor.

Tras haber vendido 300.000 ejemplares en español de "Falcó", la primera entrega que salió a la venta en otoño de 2016, la nueva novela está coprotagonizada por Eva, una agente soviética que ya aparecía en el libro anterior y que da nombre a esta.

Mientras la Guerra Civil sigue su trágico curso en España, espías nacionales, republicanos y soviéticos se enfrentan en este escenario que el escritor consideró perfecto para situar la novela.

Eva, "una soldado" que cree con fe en el comunismo, vuelve a cruzarse en la vida de Lorenzo Falcó, extraficante y espía que trabaja para los servicios de información, un personaje que carece de escrúpulos, un "sinvergüenza", sostuvo su creador, que le calificó de "héroe amoral".

En la novela tienen un gran protagonismo los capitanes de los dos barcos atracados en Tánger: el republicano "Mount Castle", con su cargamento de oro procedente del Banco de España, y el destructor Martín Álvarez, que tiene la misión de capturar al otro buque y llevar el oro al bando nacional.

"En un momento de la guerra tan sucia, tan especialmente guarra, me interesaba destacar los valores de la lealtad y el sentido del compañerismo que, hasta con el enemigo, tienen los marinos", indicó Pérez-Reverte, que también fue marino.

Por eso eligió a dos símbolos, marinos de ambos bandos de la guerra civil, conflicto que solo utiliza como escenario, para destacar la solidaridad de estos profesionales.

Y a sus tripulaciones, enemigas en la guerra, las hace coincidir en una plaza de Tánger y unirse en una pelea frente a otros marinos ingleses que habían insultado a los "sucios" españoles.

"Hay valores de los que carezco porque la vida me los ha quitado pero todavía creo en palabras como lealtad, orgullo y dignidad", subrayó Pérez-Reverte.

El escritor reconoció que ha tenido la suerte de tener una vida "movida" como periodista y de haber recorrido el mundo porque sus personajes están en su memoria.

"He conocido gente como Falcó", recordó el autor, un hombre atractivo y "amoral" que es casi un "yonki" del peligro: Un personaje que se mueve a sus anchas en esa tierra de espías, un canalla en toda regla.

Pérez-Reverte explicó que escribe "en blanco y negro" aunque negó que "la palabra cine" esté en su cabeza a la hora de narrar e, incluso, no quiere por el momento que este personaje sea adaptado al cine: "en esta fase no, sería prematuro darle una imagen física".

Pérez-Reverte ya está escribiendo la tercera parte de la saga de Falcó y aunque no sabe si habrá otras posteriores, se imagina a su personaje jubilado en Buenos Aires en los años sesenta: por un golpe de suerte consigue dinero y se instala en una habitación del hotel Alvear, donde envejece solo "porque los hombres como él envejecen solos".