La ópera regresó anoche al teatro Palacio Valdés, en Avilés, y lo hizo con aplausos, sorpresas y casi un llenazo. El director de escena Ignacio García, que hace pocos días se hizo cargo de la dirección del Festival de Teatro de Almagro, fue el responsable tanto de los aplausos como de las sorpresas. El casi llenazo fue cosa de los espectadores: los avilesinos llevaban cuatro años sin poder ver ópera sobre las tablas del odeón local (razones pecuniarias obligaron a los recortes y el "bel canto" resultó muy afectado) y respondieron a la llamada.

La última ópera que se montó en Avilés fue, precisamente, "Nabucco", pero en su versión más "clásica". García decidió alejarse del asunto bíblico que inspiró a Verdi y se inclinó por un espectáculo desarrollado en las arenas de los desiertos de Oriente Medio, en Siria. El trabajo de García se llevó la palma y la sorpresa. En Avilés había presentado -el año pasado- un "Kijote Kathakali" que fue una mezcla de culturas que le sirvió para la representación de anoche. La ciudad de Palmira fue la que vio el coro de los esclavos, el de "Va, pensiero", el aria más conocida de una de las óperas más aplaudidas de Giuseppe Verdi, el compositor que cambió la ópera para siempre.