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Apaguen su móvil antes de entrar a la sala (y tírenlo al salir)

Una escena de "Perfectos desconocidos". T5 CINEMA

No necesita mucho Perfectos desconocidos para meter en situación al espectador. Una comida entre amigos, el móvil dando la matraca y una idea singularmente desafortunada: todos los celulares sobre la mesa y pónganse en común cualquier mensaje o llamada que llegue. No hay secretos. Terreno abonado para una comedia con muchas dosis de vitriolo y un saludable toque de humor negro. Un marco propicio para Álex de la Iglesia. Con un reparto bien dirigido y mejor seleccionado -que deja sin embargo vencedores y vencidos-, el cineasta bucea en las heridas que la renuncia a la intimidad deja en las parejas y explora las consecuencias de la sinceridad plena, cruda, a las relaciones, en la que es probablemente su mejor película, también la más comedida, desde hace tiempo. Entre otras cosas porque, a diferencia de otras de sus películas, Perfectos desconocidos no se desfonda en su segunda mitad. Pero además, la película pone el acento en cómo la obsesión por la hiperconectividad, por la exposición constante, implica renunciar a una parte decisiva de nuestra vida. Quizás no sea mala idea emular a uno de los personajes y tirar el móvil por la ventana.

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