Un ahorcado en las afueras de Madrid. Un papel en sus bolsillos con un nombre y una dirección: Sara. Mucho vodka, tanta soledad hay en Sara. Un teniente de la Guardia Civil se hace cargo de la investigación sin saber la desesperación que le espera a la vuelta de tantas espinas. Cuidado: huele a peligro. Algo desconocido acecha.

Morir no es lo que más duele arranca, pues, con un cadáver sin ojos. Parece una declaración de principios que su autora, Inés Plana, asume como "un inicio inquietante, desde luego. En esta historia hay miradas que vieron lo que nunca debieron ver y otras, por el contrario, que decidieron no mirar de frente a la vida y esconderse de ella. Casi todos los personajes se enfrentan a sus dilemas y no siempre se atreven a afrontarlos o desentrañarlos". La historia la encontró a ella porque "me ofreció posibilidades desde el principio, tentándome para atreverme a desarrollar una trama compleja pero con todos los elementos para disfrutar escribiéndola, fabulando sobre los designios del destino y mostrando cómo la maldad puede devastar vidas. Sara y Julián, los protagonistas, son huérfanos de padre desde niños. Y solitarios. Parecen condenados a cruzarse... "El destino y sus caprichos, que no siempre son buenos, es uno de los temas que trato. Sara y Julián tienen bastante en común, además de su orfandad de padre y de esa soledad que impregna sus vidas. Ambos tienen algunas coincidencias más y es verdad que el destino decide jugar con ellos, entrecruzando sus vidas de modo azaroso y un tanto sorprendente".

El color negro domina su novela: "A medida que iba escribiendo la novela, la historia se fue oscureciendo aún mas que lo que prometía su inicio. Pero también he querido aportar puntos luminosos y he intentado que algunos pasajes tengan destellos de luz y esperanza entre tanta negrura, como sucede también en la vida. Incluso entre lo más sórdido puede abrirse paso un pequeño fulgor". La novela es para ella "un ser vivo, o yo lo percibo así. Aunque se planifique una trama o el devenir de un personaje, muchas veces ocurre que la historia elige otros caminos que te desbaratan los planes para ofrecerte nuevas y quizá mejores posibilidades en las que no habías pensado. Hay que dejarse llevar. En el caso de Sara, uno de los personajes más complejos para mí, dejé que fuera ella la que me guiara a través de su psicología, tan complicada como desconcertante. Fue un reto en cada línea, literalmente, pero a la vez lo viví como una experiencia muy gratificante y repleta de descubrimientos como escritora".

Sara empieza la novela como una muerta en vida. Lo que sigue ¿es una historia de redención, de supervivencia o de destrucción? "Sería una mezcla paradójica de supervivencia y destrucción, porque a medida que intenta sobrevivir sin mirar atrás, no da pasos para liberarse de ciertos lastres que condicionan su vida. Y eso la expone a la autodestrucción. Es un personaje contradictorio al que le da miedo enfrentarse a sus enigmas".

Escribir enfrenta a los autores a muchos problemas, "aunque yo los vivo todos con mucho deleite y afán de superación. Posiblemente lo más complicado haya sido intentar explicar lo complejo con un lenguaje sencillo y limpio. Di muchas vueltas al texto, muchas, y depuré también mucho en la corrección final, en la que invertí cerca de ocho meses, para lograrlo o, al menos, acercarme mucho a lo que yo quería conseguir".