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ELOY TIZÓN | Escritor, participa en el club de lectura de la Biblioteca de Asturias, en Oviedo

"El aterrizaje de la resaca de la España del 92 ha sido muy duro"

Eloy Tizón. LISBETH SALAS

A Eloy Tizón (Madrid, 1964) publicó hace 25 años "La velocidad de los jardines", un compendio de relatos que se ha convertido en una obra de culto. Ahora, la editorial Páginas de Espuma la reedita. El autor participa hoy en un encuentro con el club de lectura de la Biblioteca de Asturias, en Oviedo. A las 19 horas.

-¿Cómo ha cambiado Eloy Tizón en estos 25 años?

-La mirada no es la misma. En "Velocidad de los jardines" había mucha intoxicación de literatura y menos de vida. Es por una cuestión biográfica ahora he vivido más, me veo con más poso.

-¿Es posible escribir sin estar intoxicado de literatura?

-No. En mi caso escribir es dar respuesta a ese estímulo que te provocan determinadas lecturas.

-Dice que no ha vivido un solo mes de la literatura.

-He vivido de los alrededores de la literatura, de dar clases, conferencias, colaboraciones.

-En el prólogo dice que pertenece a una generación que nació y creció en un mundo de oportunidades fallidas y que ya de fracasar, mejor hacerlo a lo grande.

-Hubo una época en la que dominaba el "No future", el mensaje punk de los "Sex Pistols" y al final sí, fracasamos a lo grande. El 92 fue el año de la Expo de Sevilla y de las Olimpiadas de Barcelona. Ahora vemos la resaca de todo aquello y el aterrizaje ha sido muy duro.

-¿Tiene usted resaca?

-No. Yo nunca he vivido esa euforia económica en primera persona. El escritor siempre está instalado en la precariedad. Yo sólo he conocido épocas de crisis.

-¿Toda literatura es epistolar, necesita del otro para existir?

-Con el tiempo me he dado cuenta de que al final la literatura importa mucho la presencia de un interlocutor.

-Usted hace dos definiciones del cuento, por un lado afirma que se compone de rigor técnico y compasión humana y por otro que se crea con un poco de música y un poco de sangre.

-La primera es tal y cómo yo entiendo el cuento. Aprecio mucho esos cuentos donde hay una indagación formal pero que no se queda solo en una pieza de laboratorio sino que está empapado de conexión humana, de piedad, en los grandes cuentos siempre hay piedad. En la segunda definición me he dado cuenta de que la música es forma y emoción y la sangre es ese punto de oscuridad, de confesión o de extender la mano y tocar algo humano.

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