La oceanógrafa Sylvia A. Earle (Nueva Jersey, 1935), conocida como la "Dama de las Profundidades" por su pasión y conocimientos del fondo marino, es el premio "Princesa de Asturias" de la Concordia de 2018. Esta bióloga marina ha dedicado toda su vida a la exploración y conservación de los mares, "uno de los desafíos medioambientales de nuestro tiempo", en palabras del jurado. El galardón distingue su labor para "concienciar sobre la importancia de los océanos como riqueza común". Para Earle, el premio es un gran honor y acepta "con gusto" la responsabilidad de ser "una voz para el océano y la naturaleza".

Los océanos están en "riesgo grave por la acumulación de plásticos y vertidos contaminantes que amenazan la salud humana y la biodiversidad del planeta", explica el jurado. Un argumento que la premiada defiende en numerosos artículos y charlas. Recibe el premio con la esperanza de "ayudar a lograr la paz entre la humanidad y los sistemas naturales que nos sustentan", tal como explicó ayer al saberse ganadora del premio.

El galardón honra toda una vida bajo el mar. Con 17 años Earle buceó por primera vez y se enamoró del océano. Le gusta, sobre todo, contemplarlo por la noche porque consigue ver más especies. El relato de sus expediciones oceánicas ganó en 2009 un premio "TED". Porque Earle, además de científica, es una excelente divulgadora. En sus charlas explica cómo el océano "dirige el clima y la temperatura de la Tierra y alberga el 97% de la vida humana" y regala citas como "La salud del mar es nuestra salud". En sus últimos libros "Blue Hope" (2014) y "The World is Blue" (2009) combina el relato de sus experiencias con aspectos más técnicos sobre la situación actual y el futuro del planeta.

También ha desarrollado sistemas submarinos robóticos para explorar el fondo marino, una de sus actividades favoritas. A sus espaldas tiene más de cien expediciones que suponen más de 7.000 horas de buceo.

En la actualidad, es exploradora residente de la National Geographic Society -premio "Príncipe de Asturias" de Comunicación y Humanidades en 2006- y capitanea el proyecto "Mission Blue", destinado a nombrar diversas zonas de los océanos como áreas protegidas. Su labor en esta organización la explica ella misma en un documental de igual nombre, disponible en Netflix, que ganó un premio "Emmy" en 2015.

Con "Mission Blue", una iniciativa global que aglutina a más de 200 organizaciones, pretende reducir el impacto de la actividad pesquera y promover la creación de espacios protegidos, a los que llama "Hope Spots" (puntos de esperanza).

"Este premio podría ser un buen momento para destacar la relevancia del ecosistema marino asturiano", tal como señala José Manuel Rico, decano de la Facultad de Biología de la Universidad de Oviedo, que considera acertada la elección del jurado.

En España, por el momento, los ecosistemas que estudia la bióloga estadounidense son las Islas Baleares y las costas mediterráneas de Andalucía.

Para Rico el papel de la oceanógrafa "es relevante en lo que tiene que ver con la difusión: es capaz de comunicar el valor de lo que se investiga". Aplaude su intención de proteger los océanos, una tarea más que necesaria hoy en día.

Este premio a la bióloga marina llega en "el momento justo". Así lo considera Rafael González Quirós, jefe de área marina del Oceanográfico de Gijón. Cree que existe una creciente preocupación por la conservación de los océanos. Tanto las Naciones Unidas como el G7, explica, están destinando parte de sus esfuerzos a la investigación del fondo marino para ayudar a conservarlo. "Parece que empezamos a ser conscientes del papel del océano en la dinámica del planeta y es necesario ampliar los fondos de investigación marina", argumenta Quirós.

"Defender los océanos es defender una gran parte de la Tierra, tres cuartas partes para ser exactos", sentencia el catedrático de Ecología de la Universidad de Oviedo, Ricardo Anadón. Destaca la incansable defensa del medio marino llevada a cabo por parte de la bióloga estadounidense y su valor para participar en según qué expediciones: "Ha sabido contar no sólo el conocimiento científico, sino sus sensaciones a la hora de hacer inmersiones más arriesgadas".

La pasión y los amplios conocimientos de Earle sobre el océano la llevaron a ser la primera científica con un puesto de jefa en la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica. Su papel también ha sido importante para reivindicar la presencia femenina en las expediciones de océanos: en 1970 encabezó el primer equipo de mujeres "aguanautas", dentro del proyecto "Tektite". Este grupo de mujeres vivió durante dos semanas a 18 metros de profundidad en las Islas Vírgenes.

El impacto medioambiental de los vertidos de petróleo ha sido otra de sus luchas. Tuvo un papel muy activo en la guerra del Golfo, en la que dirigió investigaciones para determinar el daño ambiental consecuencia de la destrucción de pozos petrolíferos. En el desastre de Deepwater Horizon, en el golfo de México en 2010, Earle también aportó sus conocimientos.

La "Dama de las Profundidades" o la "Heroína para el Planeta", como la calificó la revista "Time", es ahora un símbolo de la Concordia.