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El cine busca nuevos horizontes en las minas asturianas

Samu Fuentes, Marcos M. Merino y Luis Trapiello apuestan por aprovechar el potencial visual de las antiguas explotaciones para localizar películas

El cineasta Samu Fuentes, segundo por la derecha, en el Pozo Sotón. HUNOSA / Á. FUENTE

No hay constancia de cuál fue la primera vez que el objetivo de una cámara se posó sobre un castillete, pero el flechazo debió ser inmediato. Los cinéfilos recuerdan el impacto de aquel plano general que, al inicio de "¡Qué verde era mi valle!" (1941), muestra una mina galesa vomitando humo a los cielos. Para entonces, hacía trece años que el cubano Juan Díaz Quesada había rodado en el pozo Barredo y otros enclaves asturianos "Mieres del Camino". La mina y el cine protagonizan un sólido romance que sigue dando frutos como "Enterrados", la película de Luis Trapiello, actualmente en posproducción. Pero en los últimos años, en Asturias se está experimentando un fenómeno particular: el uso de los entornos mineros para ambientar producciones de temática diversa, que utilizan el potencial visual e iconográfico de las explotaciones y su entorno. Una vía que, a ojos de algunos cineastas, debe ser explotada por la región.

Samu Fuentes, el director de "Bajo la piel de lobo", estuvo días atrás visitando el Pozo Sotón, en San Martín del Rey Aurelio. Aunque su película sobre el trampero "Martinón" está completamente alejada de la temática, ha trabajado como ayudante de dirección en producciones que afrontan, de forma directa o indirecta, el fin de las explotaciones mineras, como el cortometraje "Nenyure" (Jorge Rivero, 2004) o la comedia "La torre de Suso" (Tom Fernández, 2007). "Estos entornos tienen un gran potencial como localizaciones. Para películas sobre la minería por supuesto, ya sean documentales o de ficción: el pozo Sotón, sin ir más lejos, es ideal. En este recorrido que hemos hecho, hemos descendido 600 metros bajo tierra y es impresionante. Pero son también lugares muy adecuados para ambientar películas de otros géneros, porque tienen mucho potencial visual", reflexiona Fuentes.

El cineasta noreñense cita dos ejemplos cercanos: el largometraje de terror "La mina", rodado en los pozos Sotón y Montsacro en 2015, y la serie de televisión "La zona", que se filmó el año pasado en 160 localizaciones por toda Asturias.

En ambos casos, los entornos mineros asturianos sirvieron para construir escenarios muy diferentes. En "La mina", dirigida por Miguel Ángel Jiménez y distribuida en el mercado internacional como "The Night Watchman", Asturias se convirtió en pantalla en una zona deprimida del estado norteamericano de Kentucky. En "La zona", era una región norteña que había sufrido un desastre nuclear.

"Muchas veces nos pasa desapercibido el potencial de lo que tenemos al lado. Nos fijamos en la selva amazónica o en la Antártida, y no nos damos cuenta de que un entorno como nuestras Cuencas Mineras tienen una presencia visual extraordinaria. 'La mina' y 'La zona' son dos buenos ejemplos: si Asturias nos sirve para ambientar una historia que pasa en Kentucky o como escenario apocalíptico, nos sirve casi para cualquier cosa", reflexiona Luis Trapiello.

En plena fase de posproducción de "Enterrados", el cineasta aprovechó todo ese potencial visual para dotar de verismo al drama de unos mineros atrapados bajo tierra. Los pozos Sotón y San Luis, entre otros escenarios, le sirvieron para ambientar el filme. "Era obligado rodar aquí, pero también pasa que escogimos ese entorno porque tiene toda esa potencia, y porque este siglo de cultura minera que se acaba está ahí para poder contar una historia muy intensa", afirma.

El legado es también relevante en el cine de Marcos M. Merino. Director de "ReMine, el último movimiento obrero", ahora está en fase de montaje de "In Memoriam", un documental sobre la memoria y el patrimonio cultural ligados a la minería. "En mi caso, la atracción por este mundo viene de un reencuentro emocional, de mi experiencia de volver a Asturias tras muchos años fuera. Pero es evidente que los entornos mineros tienen un componente estético indudable y que en Asturias hay importantes elementos diferenciadores como son algunos espacios físicos y lugares de trabajo, que pueden servir como plató. Porque Asturias es el paradigma de las zonas industriales europeas: aquí, por falta de presión urbanística, se mantienen muchos lugares industriales. Yo no conozco otro sitio igual, aunque he visitado muchas zonas industriales por toda Europa, y esto tiene una potencialidad única", afirma. "Aunque a veces", añade, "retratar el dolor desde la belleza me genera un conflicto emocional".

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