Sólo hay que verle la cara para darse cuenta de que Alen Halilovic está feliz en Gijón. El astro croata se ha encontrado en Mareo un vestuario joven en el que le ha sido fácil integrarse. Tan fácil como conquistar a la afición rojiblanca, que le ha dado su apoyo desde el principio y a los que se ha ganado con su rendimiento sobre el campo. El croata es un tipo singular, algo excéntrico en su forma de vestir, pero muy educado y cariñoso.

Tras el encuentro de Cornellá se produjo una anécdota que deja a las claras el carácter del futbolista y su relación con el grupo. Halilovic se quedaba en Barcelona para incorporarse el domingo desde la Ciudad Condal a la concentración de Croacia sub-21. El croata esperaba un taxi cuando se percató de que el autocar rojiblanco iniciaba la marcha hacia el aeropuerto para tomar el chárter de regreso a Asturias.

Halilovic, con su particular estilismo a pesar de llevar el traje oficial, se dirigió a Raúl Otero, conductor del autocar, pidiéndole que detuviese la marcha. Todo el mundo le recibió con bromas creyendo que se había olvidado algo. No era eso. Alen Halilovic no quería marcharse sin despedirse de sus compañeros, subió al autocar y saludó uno por uno a toda la expedición rojiblanca. Especialmente a los futbolistas, entre los que repartió abrazos.

Es sin duda un tipo especial, como sucede con los jugadores de su talento. Su incorporación a un gran equipo como el Barcelona, procedente del Dínamo de Zagreb, uno de los grandes de su país, ha mantenido al jugador croata en una burbuja. Lo primero que sorprendió a su llegada a Gijón fue que traía consigo desde Barcelona un nutricionista que le ayudaba a estar en forma.