Que el Sporting es de Primera ya se sabía mucho antes de que el Betis le pintara la cara al Getafe. El Molinón vivió ayer otra de esas grandes celebraciones, porque el Sporting y su afición saben sufrir la gloria como nadie. Ya lo anunció Abelardo en el verano: la permanencia habrá que pelearla hasta el último balón del último partido. No fue para tanto. Al Sporting le sobraron diez minutos. La fiesta se desató con el gol de Pezzella en el Benito Villamarín, pero El Molinón no respiró tranquilo hasta que Sergio Álvarez reventó la portería de Barbosa con un cañonazo que pegó en el larguero antes de alojarse en la red. Ahí ya sí, la sidra corrió por cajas. Ningún otro equipo se maneja en el alambre con la solvencia del Sporting, especialista en alcanzar la gloria sobre la línea de meta.

De los dos partidos que jugaba ayer el Sporting, el de El Molinón quedó resuelto en siete minutos. El sportinguismo sufrió a distancia, a pesar de que, como en tiempos de guerra, la ausencia de noticias era una buena noticia. El gol de Jony, en una bonita volea tras una apreciable progresión de Carmona, apagó a El Molinón. Salvo el fondo sur, el campo se sumió en un silencio nervioso, consciente de que un gol del Getafe o del Villarreal rompería el hechizo. Leo Baptistão encendió la alarma con su remate al palo, confirmando la fragilidad de los sueños.

El campo bramó con furia el gol del Betis en el Villamarín, a pesar de que la clasificación no cambiaba en nada. El Betis marcó otro gol y el Sporting certificó la victoria con un zapatazo de Sergio, un futbolista que se merece el cielo. La euforia fue tan grande que la megafonía del estadio anunció la fiesta que se tenía preparada cuatro minutos antes del término del encuentro, algo que irritó a Abelardo y a los sportinguistas más veteranos.

El Villarreal aceptó sin demasiados reparos su condición de convidado de piedra en la fiesta rojiblanca. Mostró buenas maneras, pero poco filo. Y Marcelino se mantuvo a resguardo en el banquillo, saliendo sólo cuando la ocasión lo requería.

El Sporting seguirá un año más en Primera División. Será un verano intenso. El club se encuentra ante una oportunidad histórica para sanear lo económico, para crecer en lo deportivo y para acuñar un proyecto de cantera del que nunca debió despegarse. No se esperan sorpresas y el mercado permitirá apuntalar el proyecto del Pitu, que nadie lo olvide.

Como había insinuado durante la semana, Abelardo sacrificó a Halilovic y le dio campo a Guerrero como acompañante de Sanabria en la punta de lanza. El Sporting quiso despachar el trámite por la vía rápida y muy pronto puso coto a la portería de Barbosa. En siete minutos ya tenía ventaja y fiaba su suerte a sus hermanos béticos, que nunca le han fallado.

El Sporting siguió apretando en el primer tiempo, en el que pudo dejar ya resuelta la papeleta. Pero esto hubiera ido contra la esencia misma del equipo. El silencio era abrumador, con la única excepción del fondo sur. Hasta que el campo bramó con furia y los jugadores pidieron explicaciones a la grada y al banquillo.

Empezó otro partido, en el que el Sporting intentó buscar la tranquilidad de un segundo gol. Pudo hacerlo Jony, pero le faltó confianza en su pie derecho, y también Halilovic, que se atrevió pero no acertó. Del Villamarín seguían llegando buenas noticias, pero los guajes han aprendido a desconfiar de todo. Por eso, en la enésima carga, Sanabria paró el tiempo en un lateral del área. Vio llegar a Sergio Álvarez y le dejó un balón de dulce, en la frontal del área, al que el avilesino le hizo los honores.

En otra jornada épica, el Sporting se garantiza otro año en la élite del fútbol español. Quizá el de la temporada próxima sea un Sporting nuevo. Jony se despidió golpeándose el pecho, Luis Hernández aplaudió a la grada y Bernardo cantó el himno rojiblanco. Un nuevo proyecto nació ayer. La buena noticia la dio Abelardo cuando se hizo con el micro y se dirigió a la afición, a la que citó para la temporada que viene. El Pitu seguirá a los mandos, que lo dejen gobernar.

Es duro ser aficionado del Sporting. Las alegrías son tan grandes como el sufrimiento para conquistarlas y la intensidad de las celebraciones. El Sporting es de Primera, pero eso ya se sabía.