No hay debate. No se discute. El mensaje que se emite desde el consejo de administración es de máxima confianza en Abelardo. Hasta el punto de que, a día de hoy, se da por hecho que el técnico terminará la temporada en el banquillo del Sporting pase lo que pase. Así lo ha dicho el presidente rojiblanco, Javier Fernández, tanto en público como en privado. La continuidad de Abelardo no se cuestiona. El vicepresidente, Javier Martínez, también se suma a este discurso. La confianza en el técnico se mantiene intacta y se espera que consiga salvar la categoría, pero en caso de producirse un descenso sería con Abelardo en el banquillo. Desde el órgano gestor del club se niega de forma rotunda cualquier contacto con otro técnico o incluso que se tenga una cartera de posibles sustitutos.

Nadie esconde que Abelardo está viviendo su peor momento desde que dio el salto al banquillo del primer equipo. No tanto por los resultados, como por la imagen. La temporada anterior, el Sporting sufrió también una racha muy negativa de resultados en la que nunca se cuestionó la figura del entrenador desde la grada. La situación este año ha cambiado. El equipo fue despedido con pitos tras la derrota ante la Real Sociedad y muchas de las decisiones del técnico se someten a debate. Incluso se han abierto todo tipo de especulaciones.

Los argumentos que esgrime el consejo a favor de Abelardo son sólidos. El principal es que se quiere tener un reconocimiento a los éxitos conseguidos por el Pitu en las dos temporadas anteriores, a pesar de desarrollar su trabajo en unas condiciones precarias. Abelardo es el principal responsable del inesperado ascenso y de la sorprendente permanencia de la temporada anterior. Suyo fue el mérito de haber compactado el Sporting de los guajes, un equipo que quedará para siempre en la mejor historia rojiblanca.

La realidad del club y su entorno ha dado un giro en los últimos meses. El desmenbramiento del Sporting de los guajes, una discutible política de fichajes y algunas decisiones impopulares que han provocado un distanciamiento entre el equipo y sus seguidores han abierto una brecha que se hace evidente en los peores momentos. Los pitos, desterrados desde hace años, volvieron a El Molinón y un desplazamiento tan atractivo como el del Santiago Bernabeu apenas ha movilizado a la Mareona.

En el seno del club se han cerrado filas y las críticas del exterior no calan. Sí, la preocupación evidente por la mala trayectoria última del equipo. El reciente acto de la asociación de veteranos del club fue el escenario escogido por Javier Fernández para pedir la máxima cohesión del grupo y para evidenciar su confianza máxima en los profesionales.

También hay criterios económicos que desaconsejan un movimiento en el banquillo. Abelardo tiene contrato hasta 2020 y el objetivo es que lo cumpla, aunque el acuerdo incluye algunas cláusulas de protección. Por ejemplo, si se consumara un descenso de categoría ambas partes podría libremente romper el acuerdo que los vincula a final de temporada. Si el Sporting decide prescindir antes del técnico tendría, al menos teóricamente, que hacer frente a todo el contrato.

Más allá de esta cuestión, el gasto deportivo del Sporting está muy ajustado al tope salarial que le marca la Liga. A menos que libere dinero con la salida de algún futbolista en el mercado de invierno, el club dispone de rédito para abordar la incorporación de un pivote. Un hipotético relevo en el banquillo llevaría al Sporting a alcanzar su tope salarial y se quedaría sin margen para fichajes en el próximo mes de enero.

Ésta es la posición del consejo a día de hoy. Si el equipo no endereza el rumbo y las protestas hacia al palco se recrudecen, habrá que medir la firmeza de la postura de Javier Fernández. El mensaje que se lanza desde el órgano gestor rojiblanco es el de que Abelardo terminará la temporada en el banquillo rojiblanco suceda lo que suceda.