Poco antes de las cinco de la tarde, aterrizaba el vuelo que desde Sevilla, traía de regreso a tierras asturianas a la expedición sportinguista. En las caras de los jugadores rojiblancos, más que la alegría por un empate tan sufrido como justo y que mantiene encendida la luz de la esperanza, se vislumbraba el enorme cansancio provocado por el que probablemente ha sido el partido más intenso que ha disputado el Sporting en lo que va de temporada. Con toda seguridad mañana, en la sesión de recuperación, veamos más sonrisas de las que hoy mostraban nuestros jugadores a su llegada a Ranón.

Se trata en todo caso de un punto peleado hasta la extenuación, pero cuyo verdadero valor se conocerá el próximo miércoles, entrada ya la noche, cuando finalice en El Molinón la que será una nueva final frente a un rival directo como es el Málaga de Míchel, de los Jony y Luis Hernández y que llega de caer derrotado en casa en su partido contra el Atlético de Madrid, habiendo dado no obstante una más que aceptable imagen. Calendario muy complicado el que tienen los malacitanos y que ven en Gijón la oportunidad de aliviar las penurias por las que actualmente atraviesan.

Podríamos decir por ello, que el punto logrado en Sevilla es una especie de punto y seguido. Y de lo que siga a este punto dependerá en gran medida si la historia que este equipo trata de escribir hacia la salvación, se concluye con final feliz, o si por el contrario, se ve cercenada con un punto y final.

Entrando más a fondo en el partido de Sevilla, el Sporting saltó al campo con algunos cambios, respecto al equipo que hace dos semanas había vencido al Granada. De este modo, mientras Lillo y Amorebieta ocupaban en defensa las plazas de los sancionados Douglas y Meré, Xavi Torres tomaba el relevo de Víctor, quien por decisión técnica, pasó de titular a irse a la grada. Arriba, al contrario de lo que más de uno esperábamos, Rubi mantuvo su apuesta por Castro en detrimento de Traoré. Apuesta que a tenor de lo ofrecido por el canterano, podemos decir que fue más que acertada. Con el de Ujo se buscaba movilidad y picardía frente la potencia física de la defensa rival.

Empezó bien el partido para el Sporting, con una llegada clara apenas cumplido el primer minuto, precisamente con Castro como protagonista, a cuyo centro desde la línea de fondo no llegó de milagro Carmona.

El partido a medida que transcurría el tiempo, iba subiendo en intensidad y en temperatura que se trasladaba a su vez a la grada, que apretaba de lo lindo a un árbitro del que no podemos tener queja. Cierto que rectificó en la señalización de un penalti inicialmente concedido en favor del Sporting, pero no menos cierto que la rectificación era justa. Y en la segunda parte, dejó de señalar un penalti por mano de Amorebieta, en la jugada que significó además la lesión del vasco, que en todo caso, se perdía ya el partido de Málaga por acumulación de tarjetas. Una situación a la que suman nada menos que otros tres jugadores que estaban apercibidos y que vieron la quinta amarilla: Vesga, Xavi Torres y Lillo. Se le plantea por ello un serio problema a Rubi a la hora de conformar el centro del campo que saltará este miércoles al césped del templo gijonés. Parece casi segura la vuelta de Cases, que acompañaría a Sergio, pero faltaría aún un tercer hombre para completar la medular.

Si en el primer tiempo fue mejor de salida el Sporting que el Sevilla, aunque luego este se hiciera dueño del partido, quedando los rojiblancos a expensas de un contraataque, en la segunda parte, los de Sampaoli salieron desde el primer minuto con la idea clara de embotellar a los sportinguistas en su área. Y a fe que lo consiguieron. Que no consiguieran perforar la portería defendida por Cuéllar fue mérito en gran parte del portero emeritense, quien realizó algunas intervenciones de verdadero mérito, como su respuesta felina a un disparo de Vitolo. Pero también de un trabajo defensivo de conjunto, que salvo despistes puntuales e inevitables frente a un equipo con la calidad que atesora el Sevilla, mantuvo un nivel más que notable. Se sufrió cierto es más por la banda izquierda, donde la pareja Burgui Lillo parecía más vulnerable que la formada por Carmona y Canella. Donde todo hay que decirlo, no se mejoró, fue en las jugadas a balón parado que disfrutamos a favor. Escasa o nula peligrosidad en todas ellas.

Había dicho Rubi que no firmaba el empate y probablemente ese era su verdadero pensamiento inicial, pero sobre el campo, las continuas pérdidas de tiempo de los nuestros desde mediada la segunda parte, parecían dar a entender que las tablas eran bien recibidas. Como no podía ser de otro modo.

Quizás la nota más positiva que ha podido desprenderse del partido es que este equipo sí sabe sufrir ante un enorme rival. Lo hizo durante los noventa minutos del encuentro, a los que se añadieron cinco de recuperación que parecieron otros noventa.

Lástima que no haya tiempo para saborear este resultado tan positivo, aunque quizás sea mejor así. Cuando un equipo está en racha conviene aprovecharla al máximo. Por ello, volviendo de nuevo al próximo partido frente al Málaga, este llega en el mejor momento posible, tras tres resultados positivos. Lo fácil sería decir que jugando con la misma intensidad que en Sevilla o similar a la ofrecida también ante el Granada, las probabilidades de lograr la victoria se multiplicarían considerablemente. Pero a veces lo fácil se torna difícil. De la misma manera que un punto y seguido puede preceder en ocasiones a un punto y final. Que no sea así y que el jueves podamos hablar de tres puntos, suspensivos si quieren, pero tres puntos a fin de cuentas.

Post Scriptum: a las puertas de que se extinga a final de temporada el contrato de patrocinio del Ayuntamiento de Gijón con el Sporting, ¿existen a día de hoy alternativas reales para sustituir la publicidad de nuestra hermosa y futbolera villa marinera? ¿Se está intentando como plan B una nueva renovación de dicho contrato?