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¿Qué fue de ellos?

Soto vio explotar a Baraja

"Se intuía que llegaría lejos: tenía la cabeza bien amueblada y era muy profesional", dice del Pipo, con el que jugó en el Valladolid

Soto, en la actualidad, en un partido con los veteranos del Valladolid.

"Venía de la cantera y se juntaba con los más jóvenes, pero ya se le veían cosas diferentes al resto". José Luis Soto (Fradelo, Orense, 4-8-1972) llegó a Valladolid en la temporada en la que Rubén Baraja despuntó en Primera División (1995-96). El que fuera futbolista del Sporting recuerda al Pipo como un chico que llamaba la atención por algo más que su fútbol. "Tenía unas condiciones técnicas y físicas muy buenas, pero sobre todo era un joven con la cabeza bien amueblada y muy profesional. Se intuía que llegaría lejos", asegura el exrojiblanco, que ahora reside en Valladolid, donde el domingo desembarcará el conjunto que, al mando del Pipo, encadena siete victorias consecutivas y lidera la tabla en Segunda División.

"¿Si me sorprende la reacción del Sporting? Esto es Segunda División, es normal encontrar estas dinámicas", comenta José Luis Soto, que se alegra de ver al conjunto asturiano en lo más alto de la tabla. "Se ha notado el cambio de entrenador, aunque la reacción no llegó nada más que tomó la riendas. Es lo normal. Todo necesita tiempo y los equipos no van a jugar como el técnico quiere desde el primer día. Lo mejor que tiene el Sporting no es sólo que ahora esté bien colocado. Lo mejor es que viene de abajo", destaca el exrojiblanco, trabajador ahora de la fábrica vallisoletana de la firma automovilística Renault, donde ejerce de operario.

Soto cree que el factor anímico es una de las grandes bazas del conjunto gijonés para culminar la campaña consiguiendo el objetivo del ascenso. "Ese momento anímico por el que atraviesa es el que le diferencia de los demás. Le da ventaja", recalca. Conoce también muy bien lo que se cuece durante estos días en Valladolid. Jugador de los veteranos del club pucelano, ve a los blanquivioletas en una situación de emergencia para poder engancharse al tren de la promoción de ascenso, del que le separan tres puntos. "El partido del domingo es más importante para el Valladolid que para el Sporting porque si pierden se quedan casi sin opciones de meterse entre los seis primeros. Tienen un calendario muy complicado", subraya respecto a las otras siete jornadas que restarán para despedir la competición.

La actualidad del próximo rival del Sporting está marcada por el cambio en el banquillo, en el que Sergio González ha relevado a Luis César Sampedro. "El problema es que llega demasiado tarde. Este cambio o lo haces antes, o ya no lo haces", señala Soto, que no oculta el enfado de la afición blanquivioleta por la marcha del equipo, que encadena su cuarta campaña en Segunda División. "Es una categoría muy igualada, de muchos vaivenes. Todavía puede pasar de todo y ninguno se debe descuidar", concluye.

Hace tiempo que no vuelve a Gijón, adonde llegó en el año 2000 de la mano del entrenador que sacó su mejor fútbol en Valladolid, Vicente Cantatore. "Hace tres años que no voy por allí, desde que vendí el piso que tenía alquilado, aunque siempre habrá una buena excusa para regresar", señala el que también fuera jugador del filial del Madrid, Talavera, Numancia, Extremadura y Ponferradina, donde colgó las botas en 2006. "Volver para celebrar el ascenso sería un placer, ahora que no me oyen los pucelanos", bromea antes de completar el día con su otra afición, la de entrenar a niños de la Fundación del Valladolid. "También entreno al mayor de mis dos hijos, Unai. Tiene 12 años y ya le pega con las dos piernas, algo que nunca hizo su padre", concluye, con humor, José Luis Soto.

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