"Vengo de obispo porque se necesita obrar un milagro. Pero vamos a conseguir el pase de ronda, y la semana que viene volveré otra vez igual al partido". El joven noreñense Jorge Fanjul acudió disfrazado a El Molinón en busca de la épica. Porque considera que toda ayuda es poca, y el sueño del Sporting necesitaba de cualquier empuje extra. Pero esa ayuda divina finalmente no llegó, al Sporting se le puso muy en contra el partido desde bien pronto, y el sueño e ilusión inicial se fue esfumando.

Ayer era un día para creer. "Vamos a ganar 2-0 con goles de Jony y Santos", señalaron el grupo de amigos de Noreña. Una idea que apoyan también los pequeños Claudia Antolín e Illán Menéndez. "Confiamos en la remontada", señalaron con ilusión, y a la vez también inocencia.

La Mareona sabía que la remontada era difícil, pero fe no faltaba. "Somos optimistas, esperamos volver la semana que viene a El Molinón a otra eliminatoria", afirmó Armando Llorca antes del partido.

El final de temporada, con seis derrotas en los últimos siete partidos, supuso un gran mazazo para la Mareona, que pese a los malos resultados y sensaciones no dejó de creer. Prueba de ello fueron las colas de casi 24 horas para conseguir una entrada para acudir a Zorrilla el pasado jueves, o la fe ciega en la remontada tras el 3-1 adverso. "Estaba optimista en Valladolid tras el partido y ahora creo que voy a ir a Soria y que el lunes estoy haciendo cola en El Molinón por las entradas", señaló el joven Cristian López poco antes del comienzo del encuentro. Pero esa remontada no llegó, y entre la decepción, el sportinguismo ya mira al frente.

"No eran buenas las sensaciones, pero esperaba algo más del equipo, que al menos plantase más pelea durante el partido. Ha sido un gran fiasco", señala Luis Junquera, fiel aficionado de la Tribunona, mientras lamenta la eliminación al término del partido. "Mañana lo veremos mucho mejor seguro. Hay que levantarse y volver a preparar un proyecto para ascender. No podemos volver a fallar ni regalar otro año más", indicó a su lado José Valdés, otro seguidor veterano, con más de tres décadas de socio.

Fue un mal día para la afición rojiblanca, que confiaba en revivir momentos felices como los últimos años, pero que volvió a quedarse con un sabor amargo de no cumplir el objetivo como el final de la temporada pasada. Y esa decepción se trasladó a las gradas, que se fueron vaciando en los últimos minutos del partido.