Oviedo, Europa Press

La azafata parraguesa Tatiana Suárez, retenida en Chad durante once días el pasado mes de noviembre, afirmó que los miembros de la ONG El Arca de Zoé podrían haber planeado vender a los 103 menores chadianos por cantidades que oscilaban entre los 3.000 y los 15.000 euros. Suárez formaba parte de la tripulación del avión contratado por El Arca de Zoé para trasladar a los niños. La azafata afirmó que tuvo en sus manos un libro, «parecido a un álbum de fotos», en el que aparecían fotografías de carné de niños «y existía otro apartado con nombres de familias y una cantidad de dinero que supuestamente era lo que iban a pagar por los pequeños», apuntó la joven.

La azafata también explicó que los cooperantes de la ONG francesa no se extrañaban ante la posibilidad de traficar con niños, ya que algunos de sus miembros aseguraban que en la zona de Indonesia castigada por el «tsunami» de diciembre de 2004 «se vendían niños por un paquete de arroz». Sin embargo, la azafata afirmó que los cooperantes franceses en ningún momento dijeron que estaban en Chad para recoger a niños. La asturiana reveló que los policías del país africano los obligaron a bajar del avión a punta de metralleta y señaló que el líder de El Arca de Zoé los «ignoró» durante los días que la tripulación española permaneció detenida. Suárez explicó, tras el indulto a los cooperantes galos de la organización, que la experiencia «fue un calvario», ya que se sentían «engañados» tanto por la ONG como por la Policía y la Justicia de Chad.

Después de que los tripulantes del avión y los cooperantes durmiesen el primer día a la intemperie, los dos días siguientes les habilitaron un espacio con cuatro paredes y un techo de uralita. «Aun así, seguíamos durmiendo en el suelo de la calle», destacó. Posteriormente, las autoridades llevaron a la tripulación a una prisión en la que el pasillo central no tenía más de un metro de ancho y por el que eran «acosados» por los presos que estiraban sus brazos entre los barrotes para tocarlos. «Las celdas eran de cuatro personas y dormíamos en camas de piedra. Había sapos del tamaño de una pelota de balonmano, cucarachas gigantes, saltamontes y arañas de todos los colores y formas», señaló la asturiana.