«La he "matao"... ahora estás callada, te quiero mucho», mascullaba ante la Policía Angelo, de 35 años, mientras acariciaba, en plena calle, un bulto extraño envuelto en un trapo donde aseguraba tener guardada la cabeza de su madre. Desnudo de cintura hacia arriba y con una cinta en la frente, Angelo Caretanuto, hijo de la estanquera Teresa Macanás, de 56 años, llevaba un buen rato, en la noche del lunes, vagando por la plaza de la iglesia de Santomera (Murcia) con un fardo en sus manos, cuando fue interceptado por agentes de la Policía Local.

«Es la cabeza de mi madre», llevaba asegurando desde las nueve de la noche a los peatones ocasionales que se le cruzaban en su camino por la céntrica plaza santomerana. A 400 metros de este emplazamiento se encuentra el estanco que regentaba su progenitora y puerta con puerta con el mesón Mar de Galilea, local que la mujer había legado a su hijo, al que le echaba una mano siempre que podía.

Según pudo comprobar «Efe» en el lugar, vecinos y autoridades locales de Santomera, próspera localidad agrícola murciana, de unos 14.000 habitantes y situada a 30 kilómetros de la capital, no salían de su asombro ante la confirmación de la muerte de Teresa Macanás. Fuentes de la investigación señalaron que, al parecer, la mujer fue decapitada por Angelo en su bar Mar de Galilea con un cuchillo de grandes dimensiones.

Una vez cometido el parricidio, el hombre abandonó el establecimiento por la puerta trasera y con el bulto cubierto por un trapo se paseó varias veces por la plaza de la iglesia, una de las principales de Santomera.

Un vecino alertó a las emergencias del siniestro relato del hombre apostado en la plaza. Caretanuto había sido hospitalizado varias veces para un tratamiento psiquiátrico y protagonizó constantes episodios de violencia contra su progenitora. Su madre, según los vecinos, tenía un fuerte ascendente sobre el hijo y «lo tenía muy protegido», hasta tal punto que ella fue la que compró el local del bar y luego se lo regaló.

Relataron, además, que Teresa emigró a Alemania por los años setenta. Allí conoció a un italiano con el que se casó. Y tuvo dos hijos: Angelo y una hija, cuya identidad no se ha facilitado. El matrimonio se divorció en Alemania y Teresa decidió regresar a su tierra con sus dos hijos.

Teresa Macanás era consciente del peligro que corría su vida y estaba aterrorizada. «No es malo, no es malo. Pero lo que él toma lo hace malo. Y a nosotros nos está destrozando la vida. Y yo ya no puedo más. No puedo más porque sé que va a pasar una desgracia muy grande. Hasta que nos dé un golpe y nos mate», señaló en 2001 al programa «Gente» de TVE, entre sollozos y temerosa de que el tratamiento seguido por su hijo y las cuatro detenciones por maltrato efectuadas por la Policía no fueran efectivos, como así ocurrió.

El detenido pasó en la tarde de ayer a disposición del Juzgado número 6 de Murcia, cuyo titular acordó el ingreso en el modulo psiquiátrico de la prisión de Font Calent (Valencia). El homicida se negó a declarar y a ser sometido a un examen psiquiátrico.